Capítulo 28. Noche parte 2

138 14 0
                                    

«Carajo.»

Muchas veces me he desvelado y nunca...

Nunca me he sentido tal fatal como hoy.

Desde el momento en que traje el colchón quise irme. Si Shirley estaba presente no habría algún problema con que el Alfa se propase con Dalia.

Pero claro...

Responsabilidad.

Maldito sentido de la responsabilidad.

Callia estuvo discutiendo conmigo hasta más no poder. Defendía la noble causa de una "amiga".

Había tomado el lugar para dormir con Bastián...

Tal vez se deba a que estoy acostumbrada a dormir sola y de vez en cuando con algún extraño.

Camine directo a la puerta para salir, al tocar la manija no logre mi cometido. Quería caminar en el cuarto, como normalmente lo hago cuando tengo demasiadas cosas en la cabeza y no quiero salir de mi casa.

Vueltas y vueltas.

Por supuesto sí lo hacía terminaría despertando a los demás.

A las tres horas ya todos estaban perdidamente dormidos y yo aproveche para recargarme en el suelo.

Trate de reanalizar toda la información que me sabia de memoria, fue efectivo durante un gran rato pero igual que todo no duro lo suficiente.

Empezaba a aparecer el sol...

Cerré los ojos fingiendo quedarme dormida. Creí que si lo intentaba daría resultado.

Jodidamente no paso.

Los chicos empezaron a despertarse y todo un alboroto se armó.

Shirley se despertó seguida de los cachorros, quienes inmediatamente se lanzaron a los mates que se encontraban acostados. Dalia trataba de no perder la batalla contra sus hermanos y su mate. Trato varias veces de salir del colchón y siempre la regresaban.

¿El motivo?

No ponía gran fuerza en sus movimientos, sí lo hacía por accidente alguno podría salir herido.

Sali de ahí sin despedirme, ellos estaban tan inmersos y felices que ni siquiera lo notaron.

Me sentía de la chingada.

~ Corramos.

- ¿De verdad? ¿justo ahora?

~ Nos hará bien, piensa, si acabamos cansadas dormiremos toda la tarde. Y estaremos perfectas para la noche.

Ella tenia un punto.

Necesitaba una... o mejor dicho... muchas dosis de oxitocina.

Tome el lado norte de la manada.

Desde un inicio di todo de mí en la carrera. Casi siempre olfateaba mi alrededor, es este momento me valió un cacahuate si tenia mi olor favorito delante de mis narices, corrí en linea recta hasta llegar a un claro del bosque donde se apreciaba una gran montaña.

Tan solo una mirada era suficiente para saber que cualquiera que se atreviera a pasar por ese lujar era o un idiota o buscaba la muerte.

Di una vuelta de 180 grados regresando a mi carrera.

«Un momento...»

Norte...

Manada Ater...

Maldiciones...

Montaña siniestra...

Ja.

La famosa Montaña del aquelarre no estaba tan lejos, un día y medio de viaje y llegaríamos al hogar de Ágata y Shirley.

Un  rechazo más para una omega cualquiera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora