Capítulo 47. En la manada Bosque Turquesa

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Desde antes de pisar la tierra de la manada bosque turquesa, Damián Y Dalia conversaron con la delegación que los acompañaba sobre la situación dentro de la manada.

Esta no sería como las demás.

Y lo comprobaron desde la llegada hasta el actual 3er día en ella, ningún acuerdo ha sido concretado.

— ¡Cállate! — El Alfa Leandro se había levantado se su asiento hacía ya mucho tiempo.

— ¿Qué me calle? ¡Cállese usted! Como me dice a mí que me calle... — Dalia imitó su acción y en cada oportunidad se lanzaban ataques verbales, la distancia entre ambos disminuía considerablemente.

Dalia una omega que no lo parecía daba un paso al frente si su rival lo daba, aventada la roca que le lanzaban y golpeaba si llegaba el momento.

Y es que su actitud siempre fue firme, después de arreglar medianamente su complicado corazón y cabeza, se levantó defendiendo a capa y espada a cada lobo que era tratado indignamente.

Aunque le causaba mayores disgustos a los Alfas y betas, para el resto de la población lobuna, ella se había convertido en un ídolo.

El mes trascurrido desde el festival de la Luna no paso en balde para los mates, ella y Damián habían visitado a 5 manadas, incluyendo esta.

De entre las 6 manadas las que se les dio prioridad, solo Bosque Turquesa recibió más de dos visitas. Y en ninguna se logró el objetivo.

Eso se debía a los repetitivos choques entre las ideologías que regían a las delegaciones de Ater y el Alfa Leandro. Sin alternativa alguna el representante máximo de Ater llego hace unos días buscando el cese a los desacuerdos y disputas entre ambos bandos.

Por desgracia, no hubo mucho cambio.

En realidad, muchos de la delegación daban gracias a la Luna porque el problema no ha rebasado a su futuro Alfa Damián.

Dalia y el Alfa Leandro eran los más difíciles de sentar para dialogar, cada uno con su posición e ideas para realizar las cosas sin la menor intención de ceder, y sobre todo, había sido una fortuna que ninguno de los Alfas haya llegado a los golpes para resolver sus diferencias. Aunque cerca sí que estuvieron, y en incontables ocasiones.

Leandro argumentando la razón del deplorable estado y trato que omegas nativos de allí recibían, además de presionar indirecta y directamente a Dalia para registrarse como omega de Bosque Turquesa y no de Ater, fueron uno en uno los granitos de arena que se acumularon con el propósito de atrapar a la Omega, pero resulto lo contrario, la paciencia de Dalia y por consecuencia también la de su Alfa se tambaleaba por cada acción de Leandro y sus subordinados.

Hoy en especial, fue el punto culminante para la compostura de Dalia como Pequeña Luna de Ater, porque personalmente, paciencia ya no tenía para con Leandro o la manada en general.

El Alfa cruzo la línea al presentar a los progenitores de Dalia, pasarlos a la mesa donde se discutían los acuerdos día y noche... y sentarlos justamente frente a ella.

— Una niñata como tu no me va a venir a decir que debo o no de hacer, mucho menos en mi propia manada. ¿Has olvidado quien tienes delante de tuyo?

— No lo he hecho, pero tampoco voy a respetar a... un lobo que ignora abiertamente a mi gente, a mi Alfa y a mí. Porque me parece que es ¡Usted y no yo! Quien ha olvidado quien tiene delante suyo. — Las palabras, la expresión, postura, cada gesto y movimiento, todo, hacia ver lo que la omega era, la dignidad que desbordaban Seema y Dalia no eran la de una loba común, ni siquiera una beta de alto estatus podría dirigirse de tal forma a pesar de la gran educación que recibían y de la cual presumían con tanto ímpetu.

Un  rechazo más para una omega cualquiera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora