Capítulo 26. Convivencia.

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No soportaba el olor a Alfa.

Desde que salí del despacho podía sentirlo, apresuré el paso y me encerré en la habitación.

Por las caras de Eunice y mis hermanitos podía deducir que la mía expresaba todo lo que sentía.

Debía calmarme.

«Inhala... exhala... ese idiota no me va a afectar»

«Inhala... exhala... lo voy a ignorar.»

Si, exacto, me quedare en la habitación y jugare con mis hermanitos.

— ¿Qué quieren hacer?

— Salir. — estaba jodida. No a pasado mucho tiempo desde que encontramos a nuestro mate y él no ha parado de seguirnos.

Quería imponerme y decirles que no saldríamos... contra

— Hola — Era odioso admitirlo, pero tenia una bonita sonrisa, una hermosa y hipnótica sonrisa.

— Holaaa — Ay no, no, no, no, no.

— Puedo enseñarles la manada si quieren.

— Siii

Mierda.

A mis hermanitos les agradaba mi mate, ellos nunca estuvieron cerca de betas o el Alfa. Sentir ambas presiones que podían provocar en un lobo no eran poca cosa.

— No. Nosotros tomaremos nuestro camino.

— Dalia, por favor.

— No es necesario — Seema tenia su cabeza fuertemente pegada en una esquina de mi mente. Su lobo estaba tratando de inicia un enlace con ella, Seema rechazaba incondicionalmente todo lo que venia de ellos.

El maldito aroma era el problema.

El tono de voz de Seema no había regresado a su normalidad desde que lo conocimos.

— Hermanita...

— Queremos ir con él. — Ante sus caritas de suplica no pude negarme.

— De acuerdo. ¿Eunice?

— Si

— Vamos... — Mi único consuelo es que no estaría del todo sola. Por mucho que a mis hermanos les agradara el Alfa, Eunice era una adulta, sabía lo que era estar dentro de una manada o estar cerca de un alto rango.

Eran sentimientos demasiado contradictorios. Estaba feliz de que mis hermanitos no tuvieran malos recuerdos asociados a los demás licántropos, y ansiosa por el posible peligro en que podía meterlos.

Mi mate frunció aún más el ceño cuando intente caminar a su lado, debía controlarme, mis manos querían volver a rozar tan siquiera un milímetro de su cuerpo. Sentir su calor o su piel suave.

Y si lo hacia ella solo se apartaría más.

Salimos del perímetro de la mansión y entramos en el pueblo, les mostré la primera zona que fue terminada hace unos meses, consistía en negocios de servicios y productos básicos, sabia que tal vez no era exactamente lo que a los cachorros les gusta visitar, pero debía iniciar de lo más débil a lo más atrayente.

Observe como Dalia ponía extremado cuidado en que los cachorros no se acercaran a los demás miembros de la manada, ella tampoco se acercaba y miraba por pocos segundos de arriba abajo a cada delta que pasaba. No me gustaba eso, ¿Qué les veía? ¿Eran más atractivos? ¿Más de su gusto?

Mi lobo me golpeó fuerte la cabeza cuando se dio cuenta, aunque tampoco tenía derecho el también estaba ardiendo en celos.

~ Lo hace por precaución.

Un  rechazo más para una omega cualquiera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora