Capítulo 52. Absurda fantasía.

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Eunice se posiciono detrás del escritorio unos segundos después de dar la indicación a todos los cachorros de ingresar al aula.

Ningún cachorro se movía o emitía sonido alguno.

La energía que se transmitía era pesada.

Debido al especial cuidado al remodelar el salón de clases ningún sonido más allá de aullidos o llamados altos se filtraban, sellaron tan bien que el silencio era la única participe en el salón.

Eunice sentía como las pequeñas manecillas del reloj de bolsillo que ocultaba muy bien en su ropa se movían, un, dos, tres, cuatro... los segundos pasaban y ella seguía sin emitir un juicio al suceso reciente.

Se mordía los labios.

Esto era completamente diferente, era más complejo. Cualquiera de las anteriores ocasiones en que se involucró, ya fuese en la primera gran reunión, cuando se enfrentó a los Alfas de las 12 manadas o en todas las veces en que tuvo que hacer frente a Prisco completamente sola... podía hacer, siempre tenía alguna palabra con la que iniciar la discusión, y sabia, por un demonio... tenía la confianza para ganar. La elocuencia y el intelecto para que sus palabras se mostrarán como la única verdad siempre fueron certeras.

«¿Porque ahora no?»

Todo el maldito salón era verdaderamente... una extraña mezcla entre tener y no tener poder.

Los segundos seguían pasando, veinte, veintiuno, veintidós... pasaban tan lentamente que el tiempo medido por el aparatejo se sentía más como una farsa, entre tantos pensamientos yendo y viniendo era imposible que solo estuvieran pasado unos cuantos segundos.

Debía ya de abrir la boca y empezar a solucionar el problema.

El gran obstáculo era el "como".

Tantos pensamientos no servían de nada.

Todos llegaban a un mismo desenlace.

«No hay nada que hacer.»

«No serviría de nada.»

La manada completa, incluso los retoños más pequeños... estaban podridos.

«Maldita sea.»

Su actitud llena de confianza, altanería y templanza demostrada a los Alfas y betas no formaba parte de su personalidad, tenía un origen preestablecido y era en estos momentos que se hacía visible el camino para un paso en falso, un error y consecuencias para nada fáciles de resolver.

Días atrás contemplo demasiadas variables, desgraciadamente esta no era una de ellas.

Sí. Los ojos del beta cuando alzo la mano y la delego con el título de omega no eran exactamente lo que uno esperaría de un niño, tal frialdad, desprecio y rigidez... «pondría a dudar a cualquier padre», la rapidez y naturalidad, no solo del pequeño beta sino de todos los cachorros presentes, solo le producían una respuesta.

«Podredumbre»

En las semanas que estudio el centro de la manada, cuando le arrojaban agua o piedritas encima, creía que solo era por imitación, pues en niños y cachorros ese suele ser siempre el caso, los niños solo repiten los comportamientos que ven de los padres.

Costumbres, repetición y repetición, una variante muy fuerte de deshacer, pero no imposible.

Con educación, con constancia y voluntad se eliminan malas conductas.

Todo parecía más simple y menos desesperanzador en su imaginación.

Ahora ese razonamiento era tan inútil...

Un  rechazo más para una omega cualquiera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora