Capítulo 35. ¿Qué es un mate?

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Callia había permanecido bastante tiempo flotando en el oscuro y frio estanque

La temperatura durante el resto de la noche bajo hasta los 3° C. Solo tendría un pequeño resfriado. Era más satisfactorio tener las extremidades entumecidas y con la esperanza de que llegara hasta el cerebro y lo apagara un rato.

Su situación había dado un giro de 180° y de una forma u otra ya tenía lo que tanto anhelaba en esos 4 años.

Aunque sí... originalmente no era para ella, pero al fin de cuentas ahora era su trabajo, más importante de lo que pudo alguna vez imaginar.

Tenía un propósito.

Creía firmemente en su agilidad mental, en sus ideologías y facilidad de convencimiento. Tal vez de lo que carecía era de liderazgo, pero su voluntad y entrega absoluta podrán equilibrar esa falla, como los demás omegas no podría ganar favorabilidad mediante la fuerza, que era la vía más corta dentro de una manada, pero contaba con el apoyo del único aquelarre en su continente, claro, sí la extraña relación que tenía con Shirley se mantenía, avanzaría sin tantas trabas en su camino. La información sería la herramienta más indispensable a partir de ese momento. Y, sobre todo, Elpis, como el único puente entre licántropos y humanos (y sus recursos), la primera beta de la segunda manada más fuerte siendo su mejor amiga y la futura Luna de Ater era la misma licántropa que rescató y dio cobijó en su casa.

Todo estaba en lugares perfectos.

Muy estratégicos.

Por supuesto nada podía ser perfecto.

Porque todo lo arruinaba un ínfimo detalle.

Por primera vez maldijo su buen razonamiento y excelente memoria.

Solo necesitaba poner 2 más 2 y obtenía una respuesta que nunca busco y prefería no haberla encontrado.

Si perdía a Callia... de nuevo... estaba segura, no lo soportaría.

Ella era su motor, cuando se encontraba en dificultades era su salvavidas, cuando no podía seguir fue la voz que la incitaba a no rendirse. Y sabía que sin importar lo que sucediera o a cuantos seres queridos perdiera siempre iba a contar con ella. Nunca la abandonaría.

No, no habría una segunda vez.

No volvería a empezar de nuevo.

Simplemente no lo soportaría.

Salió del agua. Ya se había remojado lo suficiente, y el sol no tardaría en salir.

Su oreja reaccionó al sonido de hojas y pequeñas ramas quebrandose.

Se recostó en un frondoso árbol, pretendería dormir para que no la molestaran.

— Me decepcionas lobita.

«Y ahora por qué.» A nadie se le daba interrumpir en el peor momento más que a Shirley.

— A bien... tengo muchas razones. ¿Quieres escucharlas?

Una mirada de cansancio de la loba fue directa a bruja. Podía hacer lo que ella quisiera con la condición de ser rápida y volver por donde había venido.

— Es el último día y decides pasarlo como una pelusa mojada. —

— ¿? — Escuchando con detenimiento no era el usual tono que usaba Shirley.

— Y lo que de verdad es importante te valió un cacahuate, — postura y el tono chillón de su voz correspondía a una chica fresa de secundaria... y eso lo hacía divertido. — Es que no puedo creer que no hayas buscado ni una vez sobre tu estado. —

Un  rechazo más para una omega cualquiera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora