Aproximadamente las once de la noche, las calles poco transcurridas y el ambiente algo frío.
Estacionó la moto frente al enorme y lujoso edificio, colocó sobre su hombro la pesada bolsa de tela que llevaba con ella, verificó que la máscara estuviera en su sitio al igual que su ropa, y por fin entró al lugar.
Los hombres en la entrada no se tomaron la molestia de revisarla, ya sabían quien era y para que venía. Aún así, dos de ellos se mantuvieron siguiendo sus pasos a cierta distancia hasta que llegó al ascensor.
Las puertas de metal se abrieron en uno de los últimos pisos, entró sin avisar y caminó en calma hacia donde escuchaba las voces pertenecientes a los ejecutivos de la organización.
— Aquí tienen. Lo querían muerto, lo tienen muerto — su voz salió llena de estática y algo robótica gracias a la máscara que la modificaba — pueden observar si así lo desean —.
Lanzó sin cuidado la bolsa con el cadáver al suelo y se alejó unos pasos luego de esa acción.
— Revísalo — ordenó Manjiro a Haruchiyo. El de cabello rosa se levantó a regañadientes para acatar la orden — me gusta que seas rápido — mencionó viendo a la chica –claro está que no sabía que era una chica–.
— Tengo una agenda apretada, no puedo dejar que el trabajo se me acumule — respondió simple — pero pueden darme tiempo límite de vez en cuando, me ayudará a organizarme mejor —.
— ¡Que asco! — exclamó el pelirrosa, cerrando rápidamente la bolsa.
Ya había comprobado que si era el sujeto, pero el estado del cadáver le pareció grotesco.
Los huesos triturados, blando al tacto y empapado en su propia sangre; ropa no tenía y carecía de ambos ojos, además de emitir un olor putrefacto que le causó náuseas al chico con cicatrices en las comisuras de su boca.
— Para ser alguien que mata casi a diario has resultado ser un poco sensible ¿No? — los Haitani soltaron pequeñas risas burlescas por su comentario, haciendo gruñir al de cabello rosa.
— Koko — el hombre con la eterna expresión de molestia asintió en respuesta, dando a entender que toda su atención estaba puesta en él — el dinero — dijo con su vista fija en la bolsa que contenía el cadáver, no solo Haruchiyo se preguntaba que había hecho exactamente para dejarlo así.
Frente a ella Kokonoi abrió el maletín repleto de billetes y luego se lo entregó.
— ¿No lo contarás? —.
— ¿Por qué? ¿Me diste menos de lo prometido? —.
— Confías demasiado en nosotros —.
— No lo hago... Pero una organización a la que le sobra el dinero no tendría porque ser tacaña con sus trabajadores — cerró bien el maletín — cualquier otra cosa que necesiten, pueden llamarme... Estaré a su disposición~ — las comisuras de sus labios se estiraron en una torcida sonrisa que era invisible para sus acompañantes.
— Será un placer tenerte trabajando para nosotros de ahora en adelante — comentó Kakucho.
— Yo no trabajo para usted, trabajo con ustedes... Además, solo seguiré las órdenes de Sano — se encogió de hombros — cualquiera aquí que no sea él, puede guardarse su quejas, peticiones, reclamos, órdenes y demás —.
— Cuida tus palabras, mocoso arrogante — escupió Takeomi.
— ¿Para que? Jajaja~ viejo, yo soy intocable — extendió los brazos hacia los lados y se dió media vuelta para retirarse — adiós~ —.
— Esa cosa no me genera ningún tipo de confianza... ¿Seguirás enviándolo a trabajos tan importantes? — le preguntó Kanji a Manjiro.
— Esa «cosa» trabaja mucho mejor que todos los hombres que tenemos... Nos conviene tenerlo de nuestro lado y así vigilarlo. No nos podemos arriesgar a que se vuelva en nuestra contra, es peligroso — respondió Kokonoi por el de ojeras marcadas, mientras le extendía un dorayaki — además de ser el único aquí que puede moverse por todo el país sin ser reconocido —.
— Jura ser intocable... ¿Pero que tan peligroso puede llegar a ser ese tal Snake? — cuestionó Ran.
— Lo suficiente como para que Koko admita que lo es —.
Bye bye~
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Snake • Tokyo Revengers
Fanfiction«Su piel suave escamosa, historia detrás traer. Su boca partida en dos, te invitará a caer. Sus ojos oro veneno te harán seder... Muy pronto tendrás que correr, o tu identidad podrás perder» ... En tu mente nunca debe haber espacio para el arrepenti...