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Un nuevo día, fresco y con buen clima. Desayunaba tranquila un sándwich de jamón y queso mientras su cerebro parecía estar en piloto automático.

Simplemente deslizando el dedo sobre la pantalla de su celular sin mucho interés, esperando a que apareciera alguna noticia de lo que hizo dos días antes o algún vídeo gracioso.

— Buenos días — saludó con tranquilidad al muchacho de ojos azules que acababa de entrar a la cocina. Llevaba pijama, el cabello muy despeinado y una extraña mueca de molestia... Algo un tanto raro en el chico.

— Ajá... — respondió casi en un susurro — ¿Dónde está el mío? — preguntó, buscando con la mirada el sándwich que seguro le preparó la chica.

— En el microondas — le dijo un poco confundida — Asa ¿Te pasa algo? — preguntó preocupada. Esa actitud definitivamente no era propia de él.

— No... — evitaba mirarla — y buenos días a ti también... —.

El de cabellos chocolate tomó su plato con desayuno y se dispuso a caminar hacia su habitación nuevamente, lo menos que quería era sentarse junto a ella en el comedor y la sala no le gustaba porque luego quedaban migajas entre los cojines que resultaban difíciles de limpiar después.

— ¿No comerás conmigo? — preguntó con una sonrisa, apoyándose sobre el hombro del menor.

— No me toques —.

— ¿Que dijiste? — dijo atónita.

— Sé lo que hiciste, acabo de ver las noticias... ¿No encontraste otra manera? ¿Tiene que ser así siempre? — por fin soltó, con la voz un poco quebrada.

— ¿En serio estás así por lo de esos chicos? — soltó una pequeña risita — ¿Que creíste que pasaría, Asa? —.

— N-no lo sé... Pudiste amenazarlos para que mantuvieran la boca cerrada y ya — comenzaba a verse menos tranquilo con el pasar de los segundos, mantener sus ojos secos era toda una lucha consigo mismo.

— ¿Amenazar? ¡Ja! Claaaaro, cómo si ese fuese mi estilo... Escúchame, Asa, eso iba a pasar, quieras o no. No entiendo porque reaccionas asi, sus muertes no te deberían afectar luego de lo que te hicieron a ti —.

— ... Eran mis amigos — susurró bajando la cabeza — los únicos que me hablaban... En la escuela piensan que soy raro solo porque no me gustan las cosas que a ellos sí. Los del club de béisbol no se me acercan porque dicen que no pertenezco a ellos... El entrenador dice que no debería estar jugando en un equipo tan mediocre siendo tan bueno. Tal vez si fuese mediocre y común cómo todos los demás, me aceptarían más... —.

— No digas eso- —.

— Es la verdad... —.

— Asa... ¿Piensas que esas personas eran tus amigos? — preguntó en voz baja.

— Ellos eran los únicos que estaban conmigo... Sé lo que hacían, no soy estúpido. Después de todo, vivo contigo — soltó una risa nerviosa luego de decir eso, pero seguía intacta su expresión de tristeza — desde que estoy contigo, todo huele a muerte... No me gusta —.

— No te mortifiques tanto por es- —.

— Me da miedo... ¿Y si tengo más amigos y les ocurre lo mismo? —.

— Asa —.

— Entonces estaré condenado a qué destruyas lo poco que puedo conseguir por mi cuenta —.

— Asa, no es así —.

— Así me siento... ¿Que me garantiza que no matarás a mis próximos amigos? —.

— Primero intenta conseguir amigos de verdad, y sabes a lo que me refiero. No toda persona que se acerque a ti vendrá con buenas intenciones — suspiró algo pesado. Su lindo y pequeño Asa se estaba volviendo un paranoico, pero podía entender porque.

Él tenía razón, desde que ambos están juntos, lo único que podía percibir el chico era en aura de muerte muy escalofriante. Sentía que no se podía encariñar con absolutamente nada, puesto que estaría enterrado tarde o temprano. Eso de recién, no era la única vez que pasaba.

— Necesito espacio, onēsan — dijo más tranquilo, mirando su sandwich que aún ni un mordisco tenía — necesito pensar un poco —.

— Bien... Cómo tú lo prefieras, Asa — le dejó un besito sobre el hombro y se dió vuelta para irse a la mesa nuevamente, dejando que el menor se fuese a su habitación en silencio — necesita pensar... ¿Que va a pensar? Ha~ siempre ha sido algo sensible, ¿No? Jaja~ — dijo para si misma.

Y es cuando le iba a dar el último mordisco a su sandwich que sonó su celular. Una llamada, era Sanzu... Y no estaba muy contento.

— Hey, hey, hey, conmigo te calmas y hablas bien, que no se te entiende una mierda, rosita fresita —.

— ¡Tenemos problemas, maldita seaaa! — gritó al celular el de cabello rosa, bastante molesto, ella solo lo estaba vacilando — ¡Ven! ¡Ahora!... Te enviaré ubicación — y colgó.

— Ha~ — soltó el aire por la boca — otro día arruinado por la maldita organización... Ni modo, trabajo es trabajo —.



VOLVIIIIIIIIIIIIIIIIII AAAAAAAAA.

Bye bye~

Snake • Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora