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— ¡Que sorpresa verte por aquí, Tachibana! — dijo el de cabello cobrizo con emoción y sonriendo radiante.

— Tu me pediste que viniera, Komatsu — respondió, mirándolo con una ceja alzada.

— No seas amargado, Tachibana — le dijo uno de sus compañeros de trabajo, a la par que le ofrecía una cerveza — queríamos que te divirtieras un poco, siempre estás trabajando —.

— Ah... ¿Gracias por preocuparse? Pero no necesito esto, me iré a casa — empujó suavemente la cerveza que le ofrecían, quería irse y lo hubiera logrado a no ser por Komatsu.

— Tanto trabajo te hará daño — le dió unas palmaditas en la espalda y le señaló una mesa donde estaban todos sentados — en tu departamento estarás aburrido o pensando en la investigación que estamos haciendo... Además, no hay nada de malo en distraerse un rato — le ofreció nuevamente la cerveza y le regaló una sonrisa. Hiroshi de verdad quería que, a quien ya consideraba un amigo, se divirtiera junto a ellos toda la noche o parte de esta.

Se sentó junto a ellos y saludó educadamente. Poco a poco se comenzó a meter en la conversación y el ambiente se tornó cómodo, disfrutando estar lejos del trabajo, aunque estuviera junto sus compañeros del mismo.

— Iré a pedir algo para tomar — informó, levantandose de su lugar.

Los demás le dieron dinero para que les comprará a ellos también. Lo buenos es que todos pidieron cervezas y no tenía que memorizar muchas cosas.

Llegó a la barra y pidió, luego se sentó en una de las sillas altas que habían a un lado para poder esperar con más comodidad y revisar su celular a ver si tenía mensajes de su hermana sin revisar.

— Buenas noches~ — saludó la mujer de veinticuatro años.

— ¡Oh! ¡More-san, no sabía que venía hoy! — exclamó la chica que lo había atendido, se veía contenta por la llegada de esa joven mujer.

— Me gusta llegar de sorpresa, es la mejor manera de ver si todo se mantiene en orden, aún cuando no estoy presente — explicó, entrando a la barra — sigue trabajando, vamos vamos~ — la empujó por los hombros para que siguiera con su labor — ¿Ya te atendieron, bonit-... Oh, Tachibana — saludó tranquila.

Al escuchar su nombre es que levantó la mirada para prestarle atención, pues no lo había hecho en el momento que llegó.

Cabello verdoso un poco ondulado y corto peinado hacia un lado de manera desordenada, ojos filosos tan dorados y brillantes cómo mismísimo oro fundido; sintió su alma ser penetrada por esa mirada tan hermosa.

Pero lo que más llamó su atención en la extravagante mujer, fueron los tatuajes que se extendían desde sus brazos hasta su cuello.

Un patrón de rombos en color vino, dando la impresión de escamas. No cubría toda su piel, sólo lugares específicos, como si fueran parches de piel de reptil cocidos a su cuerpo.

En la oficina no se mostraba de esa manera, al contrario, se cubría casi de pies a cabeza. Por esta razón es que nunca notó sus tatuajes y lo bien formado de su anatomía.

— Ah... ¿Tachibana? — preguntó agitando su mano delante del rostro masculino.

— ¿Qué haces aquí? — preguntó en cuanto salió de su observación.

— Ammm... Jaja~ soy la dueña ¿Tal vez? — respondió mientras sonreía divertida.

¡Excelente!, ahora se veía como un idiota. Por supuesto que se encontraba ahí por ser la dueña del local, todos sus compañeros siempre lo repetían cada vez que planeaban visitar el lugar.

— Dime, Tachibana... ¿Que clase de milagro acaba de ocurrir para verte fuera de la oficina?... Y mucho más siendo este lugar un bar —.

— Komatsu me solicito venir, diciéndome que era para algo sumamente importante — rodó los ojos, aún le molestaba que lo haya engañado.

— Jajajajaja~ eso es algo muy propio de Hiroshi — río nuevamente y él la acompañó con una corta risa nasal — y... Tachibana, sobre lo ayer... Yo- —.

— ¿Sabes? Eso fue bastante incómodo... — se sinceró — me quería disculpar por haberte tratado así, estaba algo estresado y me descargué contigo... Y sobre lo otro, me gustaría que hiciéramos como que no ocurrió —.

— ... Es justo lo que te iba a decir — río con nerviosismo.

— ¡Aquí están tus cervezas, chico! — interrumpió la chica que lo había atendido en un principio, entregándole las cervezas — ¡Perdón por interrumpir su conversación, More-san. Fue sin querer! — realizó una reverencia exagerada, bajando la cabeza a más no poder por lo apenada que se encontraba.

— Tranquila, linda... Ya habíamos acabado de hablar — con una mano le levantó el mentón a la chica, quien enseguida se sonrojo y comenzó a asentir efusivamente — ve, hay más personas que atender — la chica volvió a asentir y se fue a paso rápido, con su rostro completamente rojo casi soltando vapor.

— Toma — dijo el de cabello negro, dejando el dinero correspondiente a una distancia donde ella pudiera tomarlo sin tener que acercarse demasiado a él.

Se bajó de la silla y se dispuso a ir de nuevo hacia la mesa, no sin antes echarle un vistazo a la mujer por encima de su hombro. Esta lo miraba desbordando tranquilidad, meneando sus dedos en señal de despedida a la par que sonreía.

Sonrió en respuesta y dándole la espalda completamente, regreso hasta su mesa.


Bye bye~

Snake • Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora