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— ¡Me tuvo en la mira por más de dos minutos! — exclamó el pelinegro — pudo haberme disparado justo a la cabeza como hizo con los demás pero se quedó ahí, sin hacer nada hasta que estuvimos lo suficientemente cerca, y sin embargo, no me disparó a mí sino que fue directo hacia las ruedas en el último segundo —.

Por más que quisiera, la imagen no se lograba borrar de su memoria y analizarla pronto le daría dolor de cabeza.

Cuando su trasero se sentía incómodo al estar sentado en la puerta, donde el viento a gran velocidad le dejó un poco sordo y uno de sus brazos luchaba contra la fuerza centrífuga en cada giró brusco del vehículo sujetándose cómo podía del techo.

En ese momento, mirando a la sombra donde suponía estaban sus ojos, la vió congelarse a tal punto que parecía no ser un humano, escuchando al otro criminal gritando con todo el volumen que alcanzaba su voz a que disparara sin pensarlo demasiado.

Momento donde ambos brazos sosteniendo el arma de fuego estuvieron apuntándose entre sí, uno con más estabilidad que el otro, pero ninguna bala salía por parte de quién entendía era su enemigo.

— Estoy confundido — soltó en un suspiro, dejándose caer en la silla de su escritorio.

— Pues en vez de confundido, deberías estar aliviado — le dijo Komatsu — un poco más y quedamos despedidos... ¿Qué mierda estabas pensando en ese momento? Es más... ¿Cómo acepté seguirte? —.

— Eso no es relevante ahora, Komatsu... Estuvimos a solo metros de Snake sin su máscara y le dejamos escapar. Si, tenemos el artefacto ¿Pero de qué nos sirve si no tenemos a quien lo opera? — se agitó el cabello con ambas manos, despeinadose en el proceso — aún no entiendo porqué no disparó... Perdonar vidas no es precisamente algo que lo caracteriza —.

— Se te chiflan las neuronas, Tachinana... Hasta aquí me llega el olor a tostado — comentó con cierta burla el de ojos verdes — deberías relajarte un poquito y esperar el resultado de los análisis... Todos aquí sabemos lo impredecible que puede ser Snake, sólo te diré que tengas cuidado de ahora en adelante, porque el que no te haya disparado puede significar muchas cosas, al mismo tiempo que nada en lo absoluto — dijo tomando una repentina seriedad, para luego volver a su típica expresión alegre y seguir con su trabajo.

Rendido cerró los ojos buscando relajarse, aún quedaban varias horas para terminar su turno y se estaba comenzando a estresar más rápido de lo que le gustaría.

— ¿Puedo pasar? — preguntó una tenue voz femenina luego de haber abierto la puerta con lentitud.

— ¡More-san! — exclamó Komatsu con alegría, levantándose de su asiento para ir directo a la mujer y darle un fuerte abrazo cómo acostumbraba siempre que la saludaba.

Claro que a tan sólo centímetros de rozar su cuerpo, el costado del pelinegro colisionó contra él apartandolo del camino.

— ¿Qué te pasó aquí? — preguntó preocupado apenas ver el vendaje adherido sobre su mejilla, sosteniendo su rostro entre las manos con tanta delicadeza que le daba cosquillas. Poco le importaba haber derribado a su compañero de trabajo hace tan sólo segundos.

— Buenos días para ti también, Hiroshi~ — saludó al muchacho medio enojado, quien cambio de expresión al ver que ella si le había prestado un poco de su atención — y tú no te preocupes, es solo un pequeño corte. Si te contara como me lo hice, me verías como una torpe niñita — mintió.

Pero... ¿Cómo le decía que ese corte se lo hizo el roce de una bala?... Bala que salió de SU arma en un intento de matarla.

— Ten cuidado, pudiste lastimarte peor — murmuró en genuina preocupación.

Sensaciones nuevas recorrieron el cuerpo de ambos, él dando calor a las suaves mejillas femeninas y ella disfrutando las ligeras caricias.

Se veían como los típicos personajes de alguna película romántica muy cliché, más cuando sus rostros se acercaban cual metal a un imán de poca potencia.

Rozando la punta de sus narices en un tierno beso esquimal, donde las manos del pelinegro se fueron lentamente hasta descansar sobre su espalda baja, teniendo que curvar un poco la espalda por la pequeña diferencia en alturas.

¿Era una locura? Si, completamente.

Tomando en cuenta que hace unas horas atrás él estaba sentado en la ventana de una patrulla, que a su vez perseguía la moto en la que ella iba sentada de espaldas al conductor, mientras ambos portaban un arma en manos y se apuntaban sin titubear.

Dejando ese pequeñísimo detalle a un lado, sería bueno narrar lo que iba ocurriendo actualmente.

— ¿No te duele? — preguntó en un susurro, juntando su frente a la de ella.

— No, quédate tranquilo — le respondió en el mismo volumen.

Manteniendo los ojos cerrados en señal de relajación, se atrevieron a alzar un poco sus cabezas, a tal punto que sus labios sintieron los contrarios en un ligero roce, ésto provocó un acelerado ritmo cardíaco en ambos.

Cómo dos adolescentes nervioso por quien daría el paso decisivo, se juntaron en un beso que le causó a su silencioso espectador un pequeño estado de shock.

Primer beso entre los dos, se movían lento y dulce, cómo queriendo alargar lo que se sentía tan bien.

— ¿Ya teno un papá? — preguntó Tashi, quien se mantuvo observando la escena con atención justo detrás de la chica, esperando el momento correcto para saludar al de hebras oscuras.

— PFFFF — Komatsu casi escupe el café que estaba tomando.

— ¡Taishi! — exclamó la chica avergonzada.

— ¿Te hice? — preguntó el pequeño con confusión — oh! Hola, Tachinana-san, mami tajo pastel de tocholate pada ti — informó en una sonrisa, alzando sobre su cabeza el envase.

— Cierto, no te pregunté qué hacías aquí — se rascó la nuca incómodo.

— Tengo a tu jefe bien domado jaja~ él me permitió la entrada sin rechistar. Vine porque me enteré de lo que pasó en la madrugada, quería saber si estabas bien y... Bueno, dar mi más sentido pésame por aquellos que no lo lograron, a muchos los conocí — bajó la cabeza con tristeza — tenía miedo de que tú... —.

Pronto sintió a unos fuertes brazos rodearla.

— Estoy bien, tranquila — le susurró, dejando un tierno beso sobre su cabeza — ¿Quien te avisó lo ocurrido? —.

— Fui yo — contestó Hiroshi — apenas llegamos le envié un mensaje... Supongo que lo leíste cuando te levantaste — ella asintió.

— Vine corriendo en cuanto lo leí —.

— Aww~ qué linda, te preocupas por mí —.

— Cállate —.


Bye bye~

Snake • Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora