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Los tonos naranjas y violáceos se hicieron presentes por la caída de la tarde, para esos momentos introducía cansada la llave en la puerta de su casa, el día en la tienda fue bastante ocupado y agotador, mucho más sin la ayuda de Asa.

Justo cuando la cerradura emitió sonido al ser abierta, un conejito de peluche se interpuso en su campo visual.

Extrañada giró sobre sus talones, encontrándose con una sonrisa tranquilidad y el par de ojos azulados perteneciente al hombre que en algún momento fue su compañero en la estación de policías.

— No vuelvas a hacer eso, me asustaste — lo regañó en voz baja, se encontraba bastante cerca, no había necesidad de gritar.

— Lo siento, no fue mi intención — se disculpó en el mismo volumen — oh... Toma, es para Taishi — alzó nuevamente el conejo de peluche frente a los ojos femeninos — ¿Crees que le guste? —.

— Le gustará, de eso no hay duda — respondió tomando el peluche en sus manos, apretando cada centímetro disimuladamente en busca de algo extraño dentro. No encontró nada, el peluche era seguro — ¿Que intentas hacer, Tachibana? —.

— Yo no intento hacer nada — apoyó su mano en la puerta, pero olvidó que ésta ya se encontraba sin pasador — ¡Uohh! —.

Se le hizo imposible recuperar el equilibrio, pero seguía poseyendo buenos reflejos, así que tomó a la chica por la cintura y giró ambos cuerpos al mismo tiempo, de manera que al momento de caer al suelo todo el impacto se lo llevara su espalda y ella no recibiera ni el más mínimo daño.

— Lo siento — se disculpó, apoyándose en uno de sus codos para verle el rostro — ¿Estás bien, Moreau? —.

— Estoy... Jaja~ estoy bien, Tachibana — respondió en ligera diversión — eso fue rápido — sonrió y él le devolvió la sonrisa.

Estando tan cerca el uno del otro que el de cabellos negros pudo apreciar con claridad el brillo en los ojos contrarios, realmente parecían ser de oro, a la misma vez que se veían tan artificiales.

Había algo en ellos que no era normal, pero la carrera que escogió no fue referente a la oftalmología, tal vez si fuera el caso, pudiera saber que tantas características debería tener un ojo para considerarse inusual. Más allá de que el color jamás lo haya visto antes y que lo redondo del iris se notará medianamente ovalado, no había algo que pudiera recalcar.

Sin darse cuenta, acortó la distancia en sus rostros a tal punto que la lenta respiración de ambos empezó a mezclarse entre sí y el ligero rubor hizo presencia en las redondeadas mejillas femeninas por la cercanía.

— ¡No! — gritó Taishi, corriendo dirección a los dos adultos en el suelo.

Cuando estuvo parado a un lado, le proporcionó a Naoto una fuerte patada en su costado.

— ¡Deja a mi mami! ¡Dejala! — gritaba mientras seguía dando patadas al mayor — ¡Hombe malo! ¡Malo! ¡Malo! —.

El pelinegro se levantó por tal agresión, mientras la de cabellos verdosos sujetó al más pequeño.

— Tranquilo, Taishi, Tachibana no me estaba haciendo nada malo — le dijo con suavidad.

— ¿No? — ella negó con la cabeza — pedon, Tachi banana, no lo vuevo a hace — se disculpó haciendo un pucherito y bajando la cabeza.

— Toma, esto lo trajo él para ti — ella le entregó el peluche cuando terminó su disculpa.

— ¿Pada mi? —.

— Mmhmm — tarareó en respuesta — ¿Que se dice? —.

— Gacias, Tachi banana — dijo hacia el pelinegro, abrazando una de sus piernas en el proceso — ¡Asa! ¡Asa! ¡Mida! — para acto seguido salir corriendo en dirección a la sala, donde se encontraba el adolescente con unos amigos haciendo tareas.

— Jajaja~ «Tachi banana» — murmuró el policía entre risas — bueno... Me tengo que ir, Moreau. No quiero incomodar —.

— No, espera... ¿Quieres quedarte a... Cenar? —.

Por dentro celebró, por fuera fingió estar sorprendido.

— ¿Segura que quieres eso?... Ya sabes, cómo hace poco rechazaste mi invitaci- —.

— Vas querer ¿Sí o no? —.

— Ah... Si —.






Bye bye~

Snake • Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora