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— ¡Detenga el vehículo! — avisaron por el megáfono.

— Ditingui il vihíquili mimimimi — se burló, dejando caer al suelo tres dispositivos del tamaño aproximado de una moneda.

El trío de redondeles metálicos quedaron adheridos a las ruedas de las patrullas policiales que la venían siguiendo, encendiendo una luz azulada parpadeante al contacto con el caucho.

Apretó las manos en el manubrio de la moto y aceleró un poco, sumando distancia entre los policías que le pisaban los talones.

Seis, dos, nueve, cero — susurró.

La máscara en su rostro emitió un corto y agudo pitido seguido de una cantidad absurda de códigos pasando rápidamente frente a sus ojos.

Pronto se oyeron tres pequeñas explosiones y los rines patinando en el duro asfalto.

— Jajaja~ payasos — murmuró.

— ¡Está rodeado! ¡Detenga el vehículo! — avisaron desde otro megáfono.

— Estás mierdas son como cucarachas... Se multiplican — gruñó en molestia, subiendo la velocidad de la moto.

Ropajes negros de punta a punta y una máscara de alta tecnología cubriendo el rostro, su identidad parecía ser el misterio más grande del mundo para las autoridades que la investigaban.

Relativamente nuevo en las calles de Japón, pasaron tan solo semanas cuando se escuchó por todos lados el apodo de un criminal incluso más peligroso que toda la organización de nombre Boten. Aparentemente extranjero, sin embargo, conocía como la palma de su mano absolutamente todo el país; siendo ridículamente escurridizo a la hora de escapar.

Creando persecuciones por mero entrenamiento propio, hacía ver a las autoridades como niños de preescolar intentando seguir a un adolescente deportista recién ingresado a la universidad.

Conocido como Snake.

Ganando fama a una velocidad espeluznante; se reportaron casos de personas dañadas psicológicamente por la sombra con complejo de serpiente. Algunas de sus víctimas prefirieron quitarse la vida antes que soltar información a los policías que los interrogaban; otros lograron decir unas cuantas palabras antes de que sus cuerpos desaparecieran sin dejar ningún tipo de rastros días después de las confesiones.

Capaz de hackear sistemas de alta seguridad en menos de veinte minutos, empezaban a creer que este tipo venía del futuro sólo para causar estragos... Un pensamiento medio descabellado, pero ya no encontraban explicaciones.

— ¡DETENGA EL MALDITO VEHÍCULO! —.

Tal parecía que las autoridades perdían la paciencia. Entendible; no podían abrir fuego por la cantidad de peatones que transitaban alrededor, les comenzaba a fastidiar el hecho de que eligiera las calles más transcurridas.

— Hmm~ se me va hará tarde — resopló un poco molesta, no quería parar su juego de «alcanzame si puedes» con los polis de atrás.

Aceleró a todo lo daba su moto y procedió a perderse entre callejones, dejando a las patrullas dando vueltas sin sentido mientras intentaban buscar la aguja en el pajar.

=•=•=

— Se escapó... Otra vez — informó uno de los oficiales que había estado presente en ese momento.

— No obtuvimos nada útil — habló quien lo acompañaba, suspirando con frustración — y un chico casi terminó sin vida cuando intentamos disparar —.

— ¡¿Donde mierda esta Moreau?! — llegó Naoto más furioso que nunca, los presentes podían jurar que su cabeza desprendía humo.

— Tuvo día libre y- — comenzó a hablar Komatsu, su compañero de trabajo; pero guardó silencio en cuanto los ojos azulados lo miraron de manera amenazante.

— Ella debería estar aquí. Ya se le dió un informe de lo que acaba de ocurrir y se le enviaron fotos... Es su deber estar aquí en este preciso momento... ¡Esta ocurriendo algo crítico! No es la primera vez que estamos tan cerca de Snake y ella ni siquiera responde el maldito teléfono — Naoto de verdad estaba molesto y no tenía intenciones de ocultarlo — por eso no me gusta trabajar con personas fuera de la policía —.

Que el criminal se dejará ver tanto tiempo era una especie de milagro, y que la persona «más importante» –según su superior– en la investigación, no estuviera, le parecía inaceptable al de ojos azulados.

— Tachibana — lo reprendió su superior — dime que otra responsabilidad tienes tú a parte de trabajar aquí... Vamos, dime ¿Tienes hijos?, ¿Esposa, tal vez?, ¿Un negocio que atender? — preguntó mirándolo fijamente.

— No, señor — respondió a regañadientes, con el ceño aún fruncido.

— Entonces has silencio, porque ella si tiene responsabilidades... Moreau hace bastante en venir aquí aún cuando no es parte de la policía — suspiró — no voy a presionarla, Tachibana... Perder a alguien con esa habilidad de búsqueda no me conviene — le dio la espalda sin esperar respuesta de su parte y se fue.

Apretando los puños se dio la vuelta y caminó hacia la salida, se estaba enojando con la chica sin razón. Si, se encontraba estresado por el rotundo fracaso cuando intentaron atrapar al criminal, pero ella no tenía la culpa de eso. Ni siquiera estuvo presente... Bueno, no que él supiera.

Al entrar a su departamento, lo primero que hizo luego de quitarse los zapatos, fue ir hacia su oficina.

Miró las pocas fotos que tenía clavadas en el pizarrón, en todas sólo se veía una sombra negra casi desapareciendo en la lejanía.

— Con o sin ayuda, te encontraré, y haré que te pudras tras las reglas —.


— Con o sin ayuda, te encontraré, y haré que te pudras tras las reglas —

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Komatsu Hiroshi, el compañero de Naoto.

Más adelante va a aparecer más o menos bastante, así que es mejor mostrar su apariencia de una vez.

Bye bye~

Snake • Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora