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— Lavado de dinero, robo, asesinato, secuestro, estafa, maltrato físico y psicológico, extorsión... — leía en voz alta el artículo que aparecía en las noticias — eres grande, (N) — mentalmente se dió una palmada en la espalda.

Se lanzó al sofá de su tienda con teléfono en manos, planeaba seguir revisando sus redes sociales y las noticias hasta que llegara algún cliente o fuese momento de cerrar el establecimiento.

Pasados unos cuantos minutos, se escuchó la puerta siendo abierta con lentitud, dejando ver a un hombre alto de unos treinta años aproximadamente.

— Buenas tardes, eres bienvenido — habló con amabilidad, mostrando una dulce sonrisa — tu cara no me es familiar... ¿Ya tenías cita o es la primera vez que vien- —.

Sus palabras se cortaron y su sonrisa se borró en un instante, el tipo recién llegado la apuntaba con un arma a la par que le pedía entregar todo el dinero o cosas de valor que tuviese en la tienda.

Alzó un ceja y en su rostro se plantó una expresión de aburrimiento. Había pensado que era algún cliente valiente dispuesto a tatuarse o perforarse la piel en alguna parte del cuerpo.

Pero no, la estaban robando.

— Te metiste a la tienda equivocada, cariño — se levantó del cómodo sofá, acercándose de a poco al hombre con el arma en la mano — te dejaré ir porque estoy de buen humor —.

— ¡Que me des todo lo que tienes! — gritó, agarrando firme el arma de fuego y pegandola en la frente femenina.

— Jajaja~ que maaal~ — alargó la última vocal, mostrando por unos segundos su lengua dividida en dos.

Ocurrió en una fracción de segundo; al tipo no le dió oportunidad de respirar correctamente cuando el arma había sido arrebatada de sus manos y un certero balazo golpeó su rodilla, mandando su cuerpo al suelo por el dolor repentino.

— ¡Asa! — llamó, mientras guardaba el arma.

Pasos acelerados se escucharon y luego un chico adolescente hizo acto de presencia, jadeando algo agotado por tener que bajar las escaleras corriendo.

— Cerramos por hoy... Ayúdame a limpiar la sangre antes de que seque — el chico hizo una mueca de disgusto ante la petición, la sangre no era precisamente su punto más fuerte — bien~ ve a cerrar el frente y yo me encargo de eso — dicho esto, se fue entre tarareos suaves a buscar los productos de limpieza.

— ¿Qu-que me harán? — preguntó asustado el ladrón, mirando como el muchacho cerraba la tienda y la chica regresaba con los productos de limpieza y un maletín de primeros auxilios.

— Algunos arreglos — dijo el menor con tranquilidad.

Iwasaki Asa. Portando un cabello castaño bastante lacio hasta la altura de su nariz, ojos agrandados de color celeste y un montón de pequitas esparcidas por su blanca piel. Teniendo diecisiete años de edad, contaba con una altura bastante promedio de 1'77cm y un cuerpo considerablemente delgado.

Llegó a (N) cuando tan sólo tenía doce años y vagaba por las calles. La chica, que en ese entonces tenía diecinueve, lo acogió de inmediato y se convirtió en su tutor legal al poco tiempo después.

Desde entonces ha estado junto a ella, ayudándola en todo lo que hace. Ve en ella una hermana mayor, pero de vez en cuando puede considerarle una madre, después de todo, ella se comportaba de las dos maneras y terminaba muy confundido.

Su sueño más grande es ser tan buen tatuador como ella, por lo que constantemente practica en pedazos de piel sintética que ella misma le facilita.

— Ya terminé aquí — avisó el de ojos azules.

— Yo también... Ven, es hora de tu primera vez en una piel real — dijo apuntando al hombre que ahora estaba amordazado y amarrado a una silla.

Su rodilla fue curada con rapidez y ya no dolía, aún así, se movía con desesperación intentando desatarse. Sabía que no lo matarían, ella misma se lo dijo en el momento que lo ataba, pero se arrepentía de haber escogido exactamente esa tienda de modificación corporal.

— ¡Genial! — dijo con entusiasmo el menor.

— No grites, Asa~ — le pidió con tono dulce, acariciando su cabello con cariño.

— Lo siento, onēsan —.

Bye bye~

Snake • Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora