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Llevaba una semana tratando que el pequeño aprendiera lo básico; cómo colores, número y letras.

Gracias a las investigaciones que hizo junto a Asa e Imai, se percataron que pronto cumpliría cuatro años. Era bastante inteligente, aprendía muy rápido, siempre y cuando tuviera motivación.

En este caso, una siesta junto al tan reconfortante calor de la persona que ahora lo protegía y estaba dispuesta a dar su vida por él, era su debilidad. Pues nunca había recibido ese amor que se puede llamar materno.

— Estoy en casa — se escuchó desde la entrada.

— Bienvenido — respondió la chica.

— Benvenido — le siguió Taishi.

— ¿Que ha aprendido? — preguntó el menor, quitando el saco de su uniforme.

— Vocales y los números hasta el diez, pero sigue cambiando los lugares del ocho y el nueve jaja~ — informó en un sonrisa.

— ¡Shi! — dijo el más pequeño de la casa.

— Deberías enseñarlo a hablar mejor, como a pronunciar la «r» — se estaba sacando la camiseta que llevaba debajo del uniforme, quedando con el torso desnudo — o las «c» y «q» — seguía hablando, sin percatarse de que la mayor lo estaba mirando fijamente.

— Iwasaki Asa — lo llamó con voz firme — ¿Esos son chupones? — preguntó alzando una ceja y señalando la clavícula del adolescente.

Se tensó, cómo pudo cubrió su cuello y se mantenía de espaldas, seguramente estaría peor ahí atrás.

— Volteate — él negó con la cabeza como si su vida dependiera de eso — ¡Ahora! —.

No le quedó de otra que voltearse, apretando la mandíbula y los puños con algo de miedo.

La consideraba su hermana mayor, pero en ocasiones no muy frecuentes podía ser la figura materna que siempre le faltó.

— ¡Oh Dios! ¡¿Asa, que te hicieron?! JAJAJAJAJAJAJAJA~ ¿Con que lo hiciste? ¿Una gata? — se tomó el estómago con fuerza por el dolor que se presentaba de tanto reírse.

Eso definitivamente no se lo esperaba, para nada. Pensaba que le daría un tremendo regaño, pero en cambio se estaba riendo a carcajadas.

— No te burles — se quejó, poniendo los ojos en blanco.

— Dime qué al menos te protegiste... — el pecoso asintió con la cabeza repetidas veces — que bueno porque no quiero ser abuela a los veinticuatro ¿Te imaginas eso? ¡Que horror!... o tía... No lo sé ¿Cómo me ves más? ¿Cómo hermana o mamá? —.

— Hermana... Mamá... No lo sé, ¿Ambas? — ahora estaba confundido — ¿Hermamá? —.

— JAJAJAJAJAJAJA~ —.

— Tiedo segui — llamó el pequeño desde el suelo, alzando con ambas manos el libro infantil, exactamente en la página donde colocaban los colores. Al parecer, eso había llamado su atención.

— Voy voy~ — se fue de nuevo hacia el menor — y aplícate algo en esos rasguños antes de que se te infecten —.

— ¡¿Seguirás burlándote?! —.

— Hasta que me aburra~ —.

— Noooooooo —.

— Jajajajaja~ —.

=•=•=

Se encontraban los dos sentados en el suelo, mirando las noticias.

Tanto el retén de mujeres, como el de hombres, les burlaron la seguridad y se infiltraron para asesinar a dos presos recientes.

Lo curioso es que estaban relacionados entre sí, y ambos asesinatos tenían una diferencia en tiempo de unas dos horas más o menos.

Asa la miró con obviedad, sabiendo que había sido ella pero quería una confirmación de todas maneras.

— Si, por eso le pedí a Imai que cuidara de Taishi unas horas ¿Feliz? —.

— Satisfecho — respondió alzando un pulgar — ¿Eran la mamá y el novio? —.

— Yep —.

— ¿Como lo hiciste? —.

— Lenta y dolorosamente, mientras les recordé el porqué irían directo al infierno... Se lo merecían, por todas las cosas feas que le hicieron a mi renacuajito — abrazó al pequeño en sus brazos, quién dormía con tranquilidad.

— Estará bien con nosotros — recostó la cabeza en su hombro y enseguida sintió caricias en su cabello.

— Él ahora pertenece a nuestra extraña familia. Imai también — dejando un beso en la cabeza de ambos jóvenes — y los protegeré, cueste lo que cueste —.




Bye bye~

Snake • Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora