1. Familias

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El color gris predominaba en aquella fría ciudad, todos siempre vestían del mismo color, para abrigarse y ser como la perfecta ciudad en la que vivían.

Seonghwa era uno de ellos, Vestía un saco gris, su camisa era blanca y sus pantalones eran negros y ajustados. Todo en él gritaba ser perfecto en aquella fría y triste ciudad, había una pequeña llovizna, pero era tan habitual, que el paraguas ni siquiera era necesario.

—¡Al fin! —la voz de una mujer despertó a Seonghwa quien al fin miró hacia arriba para ver que ya habían llegado a su mansión.

Seonghwa miró la ventana y descubrió la gran cantidad de gente, vio los carruajes y mucho más color gris.

—¡Felicidades! —escucho la voz de la gente en cuanto entraba a su hogar.

—Ya es todo un Alfa —su padre rodeo sus hombros y lo presionó, Seonghwa forzó una sonrisa y asintió.

Sintió el peso de las manos de su padre, era como tener una gran roca en sus hombros, se encontraba rígido, esperando a que su padre se moviera.

—Oh sí, es todo un Alfa puro —la voz de su padre sonaba altanera.

—Aunque ya todo el mundo lo sabía —murmuró Seonghwa, recibiendo otro apretón por lo que tenso su mandíbula.

—Pero este es un momento especial —esa fue la voz de su madre— todos han venido para ver el Alfa en el que te convertirás —ella mostró una sonrisa falsa.

Seonghwa sintió que su estómago se retorcía cuando la mezcla de olores inundó su nariz sensible, hace poco había estado en celo, así que todo le era aún más fuerte, en especial teniendo tantos Alfas cerca, lo que hacía que se sintiera incómodo.

—La cabeza de la familia Park, es claro —una Alfa se acercó a ellos y Seonghwa retuvo la mueca que quiso crecer en su rostro.

Debía soportar la fiesta tal y como le habían dicho, una gran sonrisa y un comportamiento neutral, no debía verse ninguna posible debilidad en su actuar y todo debía encajar a la perfección, incluyendo su ropa sin ninguna pelusa. Tenía que ser perfecto, todo en el debía estar limpio, ni un solo pelo fuera de lugar, ni una pelusa en su rostro, su olor debía ser el de un Alfa puro, y con calificaciones perfectas para demostrar que era digno de pertenecer a la familia Park.

Su sonrisa se agrando cuando llegaron los que restaban a la fiesta.

Sería una noche larga.

No erró en lo que pensó, la noche fue larga y tediosa, los ancianos eran fervientes creyentes de la perfección y estaban casados con las reglas, su país se regía por reglas aburridas creadas por ancianos que odiaban la individualidad, que odiaban que existiera gente feliz y vestida de colores diferentes al gris.

—Un Alfa puro debe ser más como tu.

—Lograrás mucho.

—¡Que alegría ver a otro Park!

Muchas palabras fueron dirigidas a él, su cabeza estaba a punto de estallar, pero mantuvo un semblante serio y elegante, mostrando que eso no era más que una fiesta de niños, sonrió a todos los conocidos de su padre y trató de mantener los lazos con todas las familias.

—Oh, cariño, ven un rato —la voz de su madre volvió a guiarlo— hay alguien que quiero presentarte— musito.

Seonghwa forzó aun más su sonrisa, sabía lo que significaba esa fiesta en realidad, su presentación oficial a la demás gente era nada más para ofrecerlo como un tributo.

Y todos los que iban querían conseguirlo, sabía que había muchas Alfas jóvenes en esa fiesta y que sus padres se habían esforzado para hacerlo conocer a cada una de ellas, después de todo tendría que casarse para sellar el poder.

1-1-8: LuminiscenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora