43. Noche estrellada

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El cielo nocturno se burlo de ellos demostrando la luz de las estrellas brillar como nunca antes, mientras la lluvia seguía cayendo.

Jongho abrió lo ojos y sintió un pinchazo en su corazón, sintió que algo lo apretaba hasta hacerlo perder la respiración, la desesperación lo inundó, trato de moverse pero sus extremidades no respondían por lo que pensó que los Park lo habían encontrado, la ansiedad comenzó a carcomerlo mientras su piel comenzaba a picar. Quería arrancarse la piel sintiendo  tanto terror.

Quería cerrar los ojos y poder nadar en el sueño feliz que tanto deseaba, se preguntó porque no lo habían dejado morir cuando pudieron.

Escucho que la puerta era abierta y el pánico creció, no quería que usarán su cuerpo como si fuera un animal, se movió lleno de desesperación, necesitaba que alguien lo salvará en ese momento, quería a sus Alfas.

Rogó por ellos mientras las lágrimas caían en su rostro.

—Oh por la Diosa.

La voz de Mingi y algo rompiéndose lo sobresalto.

—Hey, hey todo estará bien —Mingi se arrodillo y tomó sus manos, entrelazo sus dedos y beso sus nudillos— ya estas aquí con nosotros —su voz se rompió.

Jongho se sintió culpable al saber que por su culpa Mingi estaba llorando, lo peor de todo es que todavía no podía controlar el miedo que corría en su sangre. 

—Espérame, tengo que decirle a Yunho —Mingi se levantó y corrió hasta el lugar donde el Alfa parecía moribundo limpiando sus armas— ¡Jongho despertó! —grito alertando a los demás.

Los ojos de Yunho parecieron revivir en ese momento y entró al lado de Mingi a la habitación improvisada de Jongho.

—Estas vivo —su voz temblorosa apenas pudo contener las lágrimas.

—Lo estoy —afirmó Jongho, su voz salió en un susurro, le dolía demasiado la garganta y no estaba seguro de la razón.

La angustia al fin bajo de su cuerpo como si hubiera necesitado afirmarlo para darse cuenta de lo que sucedía, aún así sintió que no debería estar ahí, sus lágrimas nunca pararon mientras hipaba sin poder controlarlo.

—Recuerda inhala y exhala —musito Yunho mientras se sentaba en la orilla de la cama y acariciaba su cabello.

Jongho supo que debía renunciar a ellos para dejarles de hacer daño, pero no podía renunciar a sus toques, aunque sería más correcto decir que no quería dejar de sentir las caricias de sus Alfas, no podía renunciar a las estrellas que había encontrado en la oscuridad de la noche. 

Aún cuando su relación estaba hecha para quebrarse, quería seguir ahí.

Se sentía tan egoísta al querer retenerlos a su lado cuando sabía que todo podría caerse a pedazos, pero los necesitaba tanto para poder respirar.

—Promete que jamás volverás a intentarlo —Mingi miró al menor con temor a que pudiera estar en esa situación de nuevo.

—Lo prometo.

Aunque ambos pudieron ver la vacilación en sus ojos.

Jongho al fin pudo moverse, al parecer solo había sido presa del pánico al despertar, se acomodo con ayuda de sus Alfas y cerró los ojos al sentir el dolor punzante de sus heridas.

—¿Seguro que quieren estar con alguien como yo? —pregunto temeroso a que la respuesta fuera un no.

—Jongho...

—Queremos estar contigo.

—Pero ustedes me vendieron... —sollozo de nuevo.

—¿Qué hicimos qué? —Yunho frunció el ceño sin creer que su Omega estuviera diciendo semejante falacia.

1-1-8: LuminiscenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora