32. Lazo Roto

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—¿Qué estamos haciendo? —se quejo el Omega mientras sus padres estaban en silencio— ¿Yoohyeon donde esta? —pregunto de nuevo, estaba insistiendo un poco.

—Solo compórtate —ordenó su padre, sus ojos eran tan severos como siempre, teniendo esa mirada llena de desprecio. 

Jongho guardo silencio después de esto, trataba de controlar sus temblores y su olor, no quería que todos supieran que estaba asustado, no necesitaba mostrarse más débil, respiro profundo recordando las palabras de sus Alfas.

En cuanto llegaron se estremeció, ahí estaban los Park y el anciano de los Wang. Sus ojos se humedecieron cuando supo porque estaba ahí.

—Sabíamos que los Omegas solo traen problemas —suspiro la señora Park.

—Lo sentimos mucho —su mamá apenas mantuvo la mirada con los Park, en realidad les tenía miedo.

—Recuerden que solo aceptamos el trato porque necesitamos su sangre —los ojos de los Park eran veneno puro.

Jongho se preguntó como es que Seonghwa había soportado estar entre ellos sin envenenarse. Más bien, al fin entendió su primer encuentro.

—¿Sangre? —soltó asustado cuando se dio cuenta de la connotación de la palabra.

—Pequeño y estúpido Omega, ¿No creerás que te elegimos porque si? —la señora se acercó, su pisada era firma y dura, seguro que los tacones dejaban un agujero— solo eres una pieza de nuestro juego que tus padres aceptaron perder —tomo su mentón y lo alzó.

Jongho trago saliva temiendo por su vida, estaba solo, rodeado de los ancianos que gobernaban el país desde las sombras.

Tenía enfrente tres poderes y en definitiva el suyo era el menos importante.

Los Park siendo el poder, los Wang como la comunicación y los Choi como el orden. Los Wang tenían el poder de la verdad, los Choi eran los del pueblo y los Park estaban en la corona.

Era imposible levantarse contra ellos, Jongho estaba cara a cara con los demonios que intentaban comérselo. Esperaba que la cosa que le puso Yoohyeon funcionará, porque no perdería a su cachorro.

—Creo que entiendes tu situación —el anciano Wang sonrió mostrando sus dientes podridos.

Jongho formó una mueca, quería huir de aquel lugar, no estaba seguro de que le harían y eso lo tenía intranquilo, debía prepararse para lo peor, su visión comenzó a oscurecer se y una sensación tan familiar se apoderó de su cuerpo, su respiración comenzó a fallar.

«Vamos, respira... Recuerda... Céntrate. ¡Maldita sea! Yunho, Mingi... Ayuda»

Estaba tratando de mantenerse en la tierra, pero todo su cuerpo estaba fallando, hace tiempo que no le daba un ataque de esa magnitud, ni sabía cómo resolverlo y esta vez lo que le ayudaba parecía no funcionar.

Su lobo estaba aullando, tratando de contactar con sus Alfas, necesitaba ayuda.

—Podremos completar el ritual para despertar el poder que la luna nos quito —sonrió el señor Park.

—¿De qué están hablando? —Jongho miro a sus padres tratando de sacar al menos una pizca de empatía, pero nada. Entendió que jamás fue indispensable para ellos, no era más que algo fallido, no había nacido como un Alfa puro, tal como deseaba su padre. 

—Vamos —la voz del anciano Wang le ocasionó náuseas.

—¿Papá, mamá? —insistió, pero en cuanto la mano arrugada de Xian lo tocó supo que todo estaba perdido.

1-1-8: LuminiscenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora