14. Objeto

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Seonghwa esperaba por el día en que volvería a ver al Omega, esas dos semanas habían sido difíciles, lo extrañaba y lo necesitaba a su lado para poder confiar en sí mismo.

—¡Otra vez! —su padre lo miró con lástima.

Las manos de Seonghwa temblaban, no podía seguir con la antigua tradición, no sabía utilizar ningún arma, ni los que solo eran por deporte, quiso llorar.

—¡La postura! —su madre le dio un golpe en la espalda haciendo que se pusiera tan recto como su cuerpo se lo permitía.

Todo en su hogar lo estaba agonizando, regresar a las costumbres y escuchar todo el día el veneno lo hacía querer lanzarse de la ventana y huir.

Necesitaba su morfina.

—¡Se más un Alfa!

—¡No pongas esa cara!

—¡Ten lisa la ropa!

—¡Se cordial!

—¡Tienes una pelusa en el hombro!

—¡Alza más los hombros!

—¡Inclínate!

—¡No frunzas el ceño!

—¡Habla con seguridad!

—¡Ya arrugaste la ropa!

—¡Mantén la alianza!

—¡Preséntate!

—¡La ropa!

—¡Solo jala el gatillo!

—¡No uses eso!

—¡Se un Alfa digno!

—¡Se perfecto!

Seonghwa se lanzó a la cama mareado, estaba cansado, sentía un terrible dolor en el estómago que no lo dejaba dormir.

Ya no quería seguir ahí, esos últimos días había estado de un lado a otro, hablando con más ancianos sobre el futuro de las compañías mientras tenía a sus padres detrás de él recordándole lo inútil que era, no estaba seguro de cuánto podría soportarlo.

Todos los días eran iguales, todos y cada uno de ellos se repetía como si estuviera dando vueltas, junto con la llegada e ida del sol, tenía que verse tan brillante como este, tenía que imponer tanto respeto como eso, pero no podía hacerlo, comenzó a sentir que todo lo asfixiaba, necesitaba salir y huir. Necesitaba hundirse en los brazos cálidos del Omega, quería poder oler el relajante y dulce aroma a coco.

Y el dolor se hizo peor cuando entró en celo, todas sus emociones crecieron y con solo una palabra podría derrumbarse, así que se encerró y no dejó que sus padres metieran a nadie, no dejaría que nadie se acercara y su olor lo había dejado muy en claro, toda su habitación estaba envuelta en ese fuerte y peligroso aroma, solo un loco entraría.

Seonghwa deseaba que Hongjoong llegara y lo salvará de aquel lugar, pero al final terminó llorando mientras la luz de la luna lo cubría como una suave manta. 

Cuando terminaron esos tres días infernales decidió que descansaría otro, pero esta vez fue inútil, sus padres lo hicieron salir de la cama para que continuará estudiando todo lo que un Alfa como él debía saber. Estaba tan cansado, su cuerpo se movía como si estuviera muerto, pero se veía tan pulcro que daba miedo, era como una muñeca de porcelana, tal vez se sentía como una, tan frágil que cualquier ráfaga de viento lo quebraría.

—¡Deben detenerlos! —escucho a su padre y con curiosidad fingió estar concentrado en la comida para que no lo descubrieran

—¿Cómo supieron de las instalaciones subterráneas? —su madre se recargo en la pared sin estar segura.

1-1-8: LuminiscenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora