El Chófer De Mi Padre®

la mano de Dios.

La justicia divina de Dios que tanto aclamaba Damian, termino por llegar un par de semanas despues, bajo las farolas de una ciudad ajena a Vallehermoso conducia Jackson un automovil deportivo que habia rentado uno de sus primos, los cuales le ayudaban a mantenerse oculto ante las autoridades. Esa noche se detuvo en un restaurante de comidas rapidas, las coloridas luces del centro bañaban su chaqueta negra de cuero «Misma que le pertenecia a Damian, y que olvidamos mencionar, que se llevo cuando Brayan intervino».

—Si, son unos idiotas —dijo y colgo el celular, que se adentro en su bolsillo —. Esos hijos de puta, yo sabia que no eran amigos mios.

Uno de sus primos le llamo informandole que no lo podian tener un dia mas, la policia se habia estado mostrando muy curiosa. Y lo mejor era poner distancia, prensó los puños, y fruncio el entrecejo, en ese momento se sentia furioso a la vez que albergaba un infernal sentimiento de traicion.

«Brayan es un traidor, al igual que Paolo, me las van a pagar» estaba al tanto, sabia que sus amigos le habian echado toda la culpa, sintio que su circulo se cerraba y que cada vez estaba mas solo.

Respiro profundo, a la vez que dio un contundente golpe al volante, con los puños cerrados, se bajo del auto, y camino al restaurante antes mencionado, este tenia un enorme letrero decorado de luces de neon, «Especial, hamburguesa triple carne, 20% de descuento» decia.

Apenas entro. En la barra estaban comiendo hamburguesa dos uniformados de la policia, unos nervios invadieron su cuerpo, y le hicieron actuar de mamera sospechosa, levantando la atencion de uno de los oficiales. El policia le escudriño con la mirada y su instinto de sabueso, le hacia sentir el olor a delincuente, la hamburguesa que tenia en la mano, la dejo en el plato, y le comento a su compañero sus sospechas.

Este de manera sigilosa y sobreactuar disimulado voltio la vista a donde se habia sentado el joven. Jackson sintio la mirada de ambos policias clavadas en su posicion, tal vez eran los nervios que lo tracionaban tambien, por primera vez sintio miedo.

—Al carajo ya se me quito el hambre —dijose para si mismo, se levanto del asiento que habia tomado, y empezo a camimar con nerviosimos a la salida.

Al ver que los policias dejaban sus asintios y parecian dispuestos a seguirles, apresuro el paso.

—Joven, me permite su DNI, es una requisa —anuncio uno de los policias.

El no le respondio y casi corriendo se lanzo a su auto, encencio los motores y huyo del lugar con el corazon amenazando con salir de su pecho.

Uno de los policias, tomo la patrulla y encendio la sirena, mientras que el otro anuncio por radio al sospecho, y dio las matriculas del auto.

La patrulla dio persecucion al auto, Jackson, consumido por los nervios y cegado por el miedo, conducia con direccion a las afueras de la ciudad, su rostro se contraida de tal manera que esbozaba la desesperacion que lo sumergia en un rio de locuras, revelado en su desastroza manera de conducir, para cuando llego a una carretera desolada o poco transitada creyo que habia dejado a los policias atras, relajo un poco su tensado cuerpo, y observo por el retrovisor la carretera despejada, sin embargo las luces de unos faros que le ilumimaban de frente le cegaron la vista, se trataba de un auto que iba en el mismo carril, giro del volante a la derecha queriendo salir de la via, pero giro con tanta angustia y desesperacion, que termino volcandose y dando un par de vueltas sobre una ladera escarpada.

El auto quedo hecho trizas, y sus piernas terminaron aplastas por el volante, el pequelo automovil parecia una lata de cerveza contraida con tal fuerza. La sangre se vertia en el suelo cubierto de pasto, a la vez que la patrulla llegaba a los hechos.

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—¿Muy bien señor Henry, es firme su convicción?. —preguntó Víctor Giovanny.

—Si, señor. Es inquebrantable mi voluntad de renunciar.