El hombre tras el traje de chófer.

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-Tal y como se lo había ordenado su jefe, se tomo la semana libre, condujo hasta la zona rural donde le esperaba su padre en una pequeña pero productiva hacienda. Ahora mismo los Rotsilli tienen un vida acomodada con pocos lujos, pero con una calidad de vida cómoda, disfrutando del campo y sus virtudes, el padre de Henry. Don Vicente Rotsilli, es uno de los hacendados mas importantes y respetados de la región a pesar de los gustos y preferencias de unos de sus hijos.

El anciano hombre estaba en el porche de la quinta, dando uso de la mecedora donde esta sentado, observa como en sus previos se adentra un lujoso auto rojo. sonrió con anhelo, esperaba que este fuera su hijo, no obstante decidió bromear un rato.

-Leo, ¡Tráeme la escopeta! -canturreo el anciano.

El auto se detuvo delante de la hermosa casa, y del el salio el rubio, usando el traje de trabajo, levanto sus manos en señal de rendición, sin despojar de su rostro una sonrisa alegre.

-Porque no has venido este fin de semana, el chico te ha extrañado Henry -siguió el mayor con una cansada pero relajada voz.

-Papa aquí esta... -dice un pequeño niño de unos siete años, quien sostiene en sus brazos una pesada escopeta calibre veintidós, el niño dejo caer el arma y corrió hacia Henry -. Te he echado de menos.

El hombre lo levanto metiendo sus manos por los sobacos del menor, y lo arrojo a los aires, luego de atraparlo giro con el y finalmente lo dejo en el suelo, el pequeño un poco mareado, le abrazo dada su pequeña estatura le llegaba hasta la cintura a henry, se podria decir que estaba abrasando las piernas del mayor.

-Muchacho del demonio dejaste caer mi arma -se quejo el mayor.

-¡Lo siento Papa! -siguió el pequeño.

-¡Vamos Papa, no seas gruño! -protesto Henry, alborotando los cabellos rubios del pequeño -Ve y recógela, Campeón -ordeno agachado de cuclillas frente al menor.

Este asintió y levanto el arma, y se dispuso a guardarla, adentrándose a la casa.

-¿Ese es tu nuevo auto? -inquiere el hombre en la mecedora.

-¡Joder! la he cagado -dice Henry con una cara de fastidio y rascándose la nuca -. Tenia que traerme el mio, y no este.

-Podrás ir en la tarde, ahora quiero que convencemos -dice el mayor.

-Tu dirás...

-Henry, ya no es necesario que trabajes para los Giovanni, nos esta yendo muy bien en la hacienda, Leo a pesar de que es un niño, es muy bueno en esto -dice y toma una bocanada de aire -. Digo aquí falta mano de obra, necesito un capataz y como doce hombres, los Quesos Rotsilli se están haciendo muy popular en la región y la demanda cada vez es mayor. Sin mencionar la venta de vino..

-Espera -interrumpe Henry sacude su cabeza de manera rápida, le cuesta procesar lo que su padre dice -. No entiendo que tengo ver yo en todo eso, si quieres te consigo a un gerente, y doce hombres leales, pero yo no meteré mis manos en eso, sabes que no me gusta mucho la vida del campo.

-pero a tu...

-Si se que a el si, Leonardo adora todo lo que le has inculcado pero yo no, me gusta mas ser un chófer y estar en lo urbano, te recuerdo que fue una de las razones por las que me fui cuando era adolescente

-¿Quieren cafe? -dice el pequeño rubio con una bandeja de galletas y tres taza de café.

Henry toma asiendo en uno de los muebles del lugar, toma una taza de café, y una galleta la cual sumerge en en café, para luego comerla. Su padre solo toma el café.

El Chófer De Mi Padre®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora