El maquillaje que salio mal.

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—En el comedor de la casa, se encontraban el Señor, y la señora Giovanni; ella desayunaba ensaladas de frutas, mientras que el se hartaba de pan tostado con mermelada, los chasquido que este producía al masticar, era de mucho desagrado para su mujer. 


—¿Podrías comer decente? —reclama la mujer con su rostro molesto, haciéndole notar unas divinas arrugas cerca de sus ojos «patas de gallo» dándole un toco de madurez. 


El hombre difiere de mala gana los reclamos de su mujer y adquiere su postura dominante, dejando de masticar mira a Amapola con un rostro de total seriedad. 


—¿Ya lo convenciste? a el desabrido—dice refiriéndose a Damian. 


La mujer deja caer el utensilio con el que come su ensalada, demostrando aires de desdén en el gesto.


—¡Todo a su tiempo, joder! —respondió tajante e imperativa —. Y el único desabrido aquí, eres tu.


El hombre quedo sorprendido por la inesperada forma de actuar de su mujer, pero si algo debe saber es que el hijo de una mujer es algo con lo que no se puede meter. Casi que se atora con un trozo de pan.


opto por dejar todo a su tiempo, y ahora mismo tomar un sorbo de café.


Marta subió a la habitación de Damian, como siempre a la misma hora; vio en la cama un bulto envuelto en sabanas, ese sin lugar a dudas es damian como de costumbre durmiendo en posición fetal. Se acerco a la gran ventana de la recamara, y tiro de estas para abrirlas como si de un telón de teatro se tratase. La luz tenue de la mañana inundo rápidamente el cuarto.  Eso combinado con el agradable aroma de café proveniente de la taza que tiene la mujer en su mano, hace que el joven se despierte en todos sus sentidos, despojándose de las sabana, se incorporándose sentado en la cama.


—Si que sabes despertarme —afirma el joven mientras bosteza y levanta ambos brazos.


La mujer dejo caer la taza al suelo, manchando el piso de café, Damian casi que por poco olvida lo sucedido la noche anterior, pero al ver la cara de preocupación de su Nana, sabe muy bien lo que sucede. Como buen estudiante de medicina  sabe que el golpe que le propino Federico, le ha dejado un hematoma. Marta con una mueca de triste se encamina y se sienta al borde de la cama, cerca del muchacho, ella lo quiere como a un hijo. pasa su mano por el rostro del joven detallando de cerca el ojo que se encuentra con un color azul amoratado por la acumulación de sangre. 


—¿Quien te hizo esto? —pregunta.


Damian niega con su cabeza a la vez que aparta su rostro de las manos de la mujer.


—Nadie, solo me golpee con la puerta —miente.


La mujer inclino un poco la cabeza y lo miro con tristeza, sabe que el le esta mintiendo.


—Podrás mentirme a mi, pero no a tus padres —aclara un tanto dolida. 


—Nana por favor....

El Chófer De Mi Padre®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora