Una Pareja Rota, Un Buen Hijo.

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La fresca noche se hacía presente con pequeñas ráfagas de viento. Incrédula serenidad en aquella casona, los tres integrantes de la familia cenaba en armonía. Afuera en el frio ambiente el chofer esperaba en el auto hasta las nueve, solo a esa hora se le permitía irse a dormir.

 —¿Bien Damian, cuéntame estas saliendo con alguna chica? —indago el padre masticando aun la comida.

—Cariño ¿Qué hemos hablado de comer con la boca llena? —reprendió Amapola muy furiosa.

Su esposo la fulmino con la mirada e hizo un soplo un tanto disgustado.

—No padre, no salgo con nadie.

Mintió a su veces dio un sorbo al jugo de naranja de la mesa. El hombre no parecía muy feliz con dicha contesta, parecía atragantarse con su propio veneno.

—No entiendo lo difícil que es para ti salir con una chica….—inquirió una postura arisca  —. Digo; Eres un muchacho apuesto, de buena familia ¿Me vas a decir que ninguna mujer esta interesada en ti? ¡Oh! No será que tu…

Ni Víctor se atrevía a completar aquella pregunta y Damian tampoco tendría el valor de contestarla con sinceridad.

—Yo soy…—se quedó pegado pensando en decirle <<Si papa soy gay>> —Soy reservado, no ando engañando mujeres, las cosas van y vienen, el amor es una sola vez en la vida. Y no quiero equivocarme.

Se levantó agitado de la mesa ante la mirada atenta de sus padres.

—¡Damian siéntate a comer por favor! —demando su madre algo preocupada.

—¡No gracias! Tengan buen provecho, ya no tengo hambre. 

El joven se marchó del recinto a su habitación. El padre se quedó helado sin decir palabra alguna, el cólera corría por sus venas, solo que no podía hacer nada, no era el momento para pelearse con su hijo.

<….>

A la mañana siguiente Víctor estaba de espaldas parado justo delante de la puerta principal, cargaba aun su pijama, en su mano derecha se deslumbraba un pocillo humeante, estaba tomando su café matutino. Observaba el auto negro.

Gio sale de la casa con algo de prisa, es interceptado inmediatamente por su padre.

—Al fin vas a usar el auto que te compre…—comento sonriendo.

—Si claro, debo hacerlo —dijo con una sonrisa —. Además debo pedirte algo.

Su padre asentó con la cabeza con una mirada interrogante.

—¿Dime que necesitas? —reclamo.

Le dio un sorbo a su café.

—¿Apodrias prestarme 500 euros? —contesto apenado.

—¿Más o menos para que necesitas ese dinero? … —añadió su padre, intrigado.

—Debo ese dinero... —anuncio el joven, no sabia que mentira crear—. Es... Que bueno... y... Dañe unos lentes costosos, fue sin querer.

—Está bien —contesto —. Cuando llegues de la universidad te los daré, es curioso...

—Si lo se, no sabes el esfuerzo que hago para tragame mi orgullo —añadió Gio mientras se marchaba al auto.

Una vez el joven se marchó, el padre llamó al chófer con cierto tono mandon como de costumbre, el rubio suspiro pues había vuelto a la rutina de soportar.

El Chófer De Mi Padre®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora