El Chófer De Mi Padre®

El mejor padre.

Conducía de regreso al apartamento; Henry estuvo en la sala de espera del hospital junto a Damián hasta que un doctor les notifico a él y a su padre que el niño se encontraba estable y fuera de peligro, su corazón sintió un gran alivio. El rubio hubiera deseado quedarse hasta el amanecer o hasta que le dejaran ver a su hermano.

Pero traía a Damián consigo y su longevo padre no quitaba la mirada recelosa del joven, Gio que a pesar de mostrarse compresivo, el mismo Henry sabía que Damián no estaba a gusto ahí, seguramente tenia sueño, y mañana tenia clases.

....

Damián limpio con sus manos el cristal empañado, dejando ver a través del mismo con mejor claridad la estridente lluvia con su dramático sonido hacían que Henry este estresado, pues a duras penas se podía divisar la vía, mientras que al chico le parecía encantar el sonido de la naturaleza, un relámpago los cegó por un momento y segundos después rugió tan robusto que hizo que pegara un pequeño brinco en su asiento.

Henry sonrió y apretó un de las piernas del joven con su mano.

—¿Te asustaste bonito? —le pregunto.

El negó.

—Solo me tomo desprevenido...—comento avergonzado —. Además la lluvia hace todo más dramático.

—Eso me acordó de algo —regocijo el rubio.

Detuvo el auto a orillas de la carretera, y se bajó del mismo, Damián tenía en su rostro una gran incógnita, su chofer rodeo el auto y abrió la puerta del copiloto, saco al joven, la fuerte lluvia parecía clavos clavándose en sus pieles, y sus ropas se empaparon en segundos, el rubio trajo el cuerpo del castaño con el suyo, estaban suficientemente cerca como para sentir la respiración uno del otro.

—¿Qué es todo esto? —chillo Damián.

—Me dijiste que siempre habías querido un beso bajo la lluvia... Pues ahora si será un verdadero beso bajo la lluvia.

Sin más, le beso, con sus labios tomo los de Damián, y los juntaba con suavidad pero a la vez con tanta fuerza y desespero que hacían del momento intenso. No quería acabar, aquel efímero momento se convertiría en el más bonito recuerdo que el joven pudiese atesorar. Las luces de los autos que pasaban los iluminaba y el frió los abrazaba, aun así ahí estaban besándose como si nada, ignorando todo su alrededor.

Llegaron al apartamento extasiados y empapados, con sonrisas cargadas de picardea y complicidad. Rápidamente se fueron al baño, el rubio quito cada una de las prendas del joven, y Gio hizo lo mismo a su chofer. Bajo la regadera terminaron lo que habían empezado horas antes sin importar que poco faltara para el amanecer.

......

—¿Así que me dices que Damián no durmió en casa? —demando Víctor.

Su mujer se encoge de hombros.

—La verdad Damián está bastante grandecito como para estar controlarlo. Ya no tiene catorce —reitero la dama.