Un Domingo Divertido - Parte Uno.

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Esa noche la cena en familia transcurrió con normalidad, la fresca brisa azotaba su ventana, le pedía adentrar a la habitación, y con su violento entrar revolver todo el lugar.

Solo tenía la tenue luz de una lámpara que iluminaba un viejo libro con ese característico olor a antigüedad, exquisito y deleitoso. Esta vez no era un libro de estudios, se trataba de una historia que leía desde su niñez, lo habría leído unas quinientas veces tal vez, y aún así le gustaba como la primera vez.

Su teléfono empezó a sonar, frunció su boca puesto que odiaba ser interrumpido mientras leía, sonrió al ver que se trataba de Henry.

—¿Hola? —dijo al descolgar.

—Hola buenas noches, ¿que haces? ¿Todo bien con tus padres? —pregunto.

—Todo correcto y yo que me alegro—bromeó con una risa inocente —. Me encontraba leyendo hasta que me interrumpiste ¿y tu haces algo?.

—Estaba pensando en ti, y queria proponerte algo. Pero como solo le interrumpí me disculpo, me contenta que estés bien con tus padres...

—No seas bobo, sabes que me encanta hablar contigo —dijo el chico.

—¿y te encantaría escaparte este domingo conmigo? —consultó con una coqueta sonrisa.

—¿eh? ¿No lo sé? —titubeo, rascándose la cabeza —. Técnicamente ya va a ser domingo, ¿sería hoy?.

—¿porque dudas? —siguió el rubio con cierto todo afligido.

—Claro que me encantaría, pero estoy colgando de un hilo, lo que no quiero es desairar más a mis padres, sobre todo mi mamá, estaba furiosa—dijo taciturno.

—hmm, pues tu madre le había dado el gusto cuando cuando se lo comenté. —contradijo.

—¿Sabes? Me voy a arriesgar —se aventuró eufórico.

—Te espero en el escondite a la tres de la mañana ¿vale? —finalizó.

El joven no tenía ni la remota idea que planes había fijado Henry, más sin embargo estaba seguro que le resultaba divertido y excitante aventurarse a lo que sea que se le hubiera ocurrido.

Decididamente cuando el reloj marcó las dos y veinte, se vistió con ropa fresca y llevó una mudá de ropa en su mochila, camino a hurtadillas hasta la cocina, donde su madre estaba igual de sorprendida que el joven.

—¿Y a donde vas? —farfulló dejando un vaso con leche sobre el mesón.

El joven escudriña con la mira la cocina para percatarse que ambos estaban solos, seguido hidrato sus labios con su lengua.

—¿Henry te contó de unos planes? —contesto mirando los ojos de la madre.

Ella asiente con serenidad, una leve sonrisa se dibuja en la comisura de sus labios. una de sus cejas estaban arqueadas.

—Se nota que te gusta mucho, y a él se le nota que te adora, Si lo hubieras visto cuando me acompaño al centro comercial —revelo tomando un sorbo de su vaso con leche —. Henry están tierno cuando se expresa, esa linda carita que pone cuando el rubor acude a sus mejillas por el solo hecho de mencionarte.

—Mamá... Se podría decir que yo también lo adoro... No te sabría explicar lo que siento, me emociono cuando lo veo, me gusta su tacto suave y su forma de ser tan dulce, nadie me había tratado tan precioso como el —regocijo sacado a relucir su inmaculada sonrísa.

—Me alegra verte tan feliz.. —la madre coloco la palma de su mano derecha en la mejilla izquierda de su hijo —. Cuidate y llama para avisar ¿vale?.

El Chófer De Mi Padre®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora