El automóvil.

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Amapola entró a la casa grande, fue directo a la cocina, se recogió el cabello y entró sonriente por el marcó de la puerta.

—Cecil ¿que vamos a hacer de cena? —dijo, observo asombrada, en el mesón enorme de metal que estaba en el centro de la cocina —. Vaya ya casi está la cena, ¿hay algo en lo que pueda ayudar?.

—Ya solo queda esperar que este el arroz, señora..

—Bueno muchas gracias, pensé en cocinar juntas pero, te me adelantaste, eso está muy bien.. —añadió —. ¿Mi hijo está ya en casa?.

La joven asiente.

—Le diré que baje a cenar y vuelvo a ayudarte a servir ¿te parece?.

—Perfecto —añadió la chica.

La dama subió a la alcoba de Damian, el joven se encontraba frente a su espejo. Se acomoda el cuello de una camiseta color cyan. Usaba unos jeans azules oscuros.

—¿A donde vas cariño? —pregunto la madre.

—Iré a casa de César -dijo el joven —. ¿Por cierto, a donde fue papá?.

—Es solo un viaje de dos días, negocios, tu sabes, tu padre no dice mucho sobre sus asuntos... Y primero vas a cenar antes de ir a casa de tu amigo.. ¿Correcto?

—Si mamá —el joven asiente con una sonrisa leve pero muy firme.

Luego de haber cenado exquisitamente, un taxi entra en la residencia, se detiene frente a la puerta, el joven se despide de su madre, y se monta en el vehículo.

Un par de minutos esta en la habitación de su amigo, Cesar lo recibe usando únicamente unos short deportivos, y calcetines largos, dejando al descubierto su torso.

Su habitación esta hecha un desastre, hay trastes sucios en la mesita de noche, ropa fuera del cesto, y la cama no estaba tendida.

—No lo recordaba tan desordenado...

—Pensé que habías olvidado la rica noche que tuvimos —bromeó César y se deleitó al observar el rostro avergonzado de su amigo.

—Fue suficiente, César de eso venía a hablar, todos creen que somos parejas, creen que eres gay, mi pareja me dejo por eso mismo.

—¿Y crees que todo fue mi culpa? —cuestiono César, se cruza de brazos y mira con desdén, esperando una respuesta.

—Si, no... Digo si tuviste que ver, yo también, pero el punto es que debemos parar, tenemos que aclarar ciertos parámetros...

César asiente seriamente.

—Henry ¿Te termino? —cuestiono, se asombro cuando su amigo le confirmó la pregunta —. ¿Porque? ¿Los rumores? ¡Es un idiota!, ¿acaso el no sabe cómo eres?.

—Pero con los rumores apuntando a mi, y la polaroid como evidencia contundente, ni yo creería en mi.. —dijo Damian.

—¿Espera, que? Vio la foto... ¿Le explicaste?

Damian asiente.

—¿Y aún así no te creyó? —siguió César incrédulo.

—Dice que soy un mentiroso, que sólo lo ilusione, soy el malo.

—Henry es un perro imbécil, yo hubiera creído en ti, lo juro que es así. No hubiera dudado de tu palabra, conociéndote...

—El piensa lo contrario, está decepcionado de mí —dijo Gio, no pudo evitar sentirse afligido, se tiro en la cama con los brazos extendido.

El Chófer De Mi Padre®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora