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Unas horas más tarde los gemelos terminaban de hacer el desayuno y esta vez fue el turno de George de llamar al Malfoy. Ingreso en la habitación viendo al pelinegro dormido, lo observó fijamente durante un par de minutos, delgado casi enfermizo, la piel pálida, con pecas esparcidas a lo largo del cuello, las largas y finas pestañas y los labios gruesos y sonrosados y no supo en que momento se había puesto a analizar sus rasgos tan detalladamente, los pensamientos conflictivos parecieron desbordar su mente haciéndole sentir cansado y aturdido. Le miró fijamente y volvió a a su expresión molesta.

-Despierta bella
durmiente-dijo moviéndolo más o menos bruscamente.

-¿Qué?-pregunto el pelinegro aturdido, abriendo los ojos topandose con un pelirrojo bastante cerca de su rostro.

-La cena está lista-agrego alejándose con brusquedad marchándose con un ligero sonrojo.

-¿Porque demonios me acerque tanto?-murmuro hastiado sentándose en la mesa mientras Fred colocaba los platos.

-¿Ya viene?-pregunto notando las mejillas coloradas del otro.

-Sí, ya viene-contesto malhumorado, haciendo que el otro frunza el ceño por el extraño cambio de actitud.

El pelinegro tomo un gran vaso de agua y las pociones para aliviar el escozor de su garganta, le dolían las piernas y lo menos quería era levantarse, tomo un short y un suéter para verse más o menos presentable y tomo la carta con la esperanza de que los gemelos le ayudarán a enviarla, aún consciente de que dijo que no se los pediría.

Se aproximó por el pasillo hasta llegar a la gran mesa del comedor donde su plato se encontraba junto a Fred quién encabezaba la mesa, les saludo y tomo asiento frente a George.

Los gemelos devolvieron el saludo y sin poder evitarlo miraron las largas y pálidas piernas que a ambos les resultaba ¿Atractivas? No, por supuesto que no eran atractivas, solo eran piernas y la de la persona que los había molestado por años. Ambos ignoraron sus pensamientos intrusivos y trataron de pensar en algo que les distrajera del terrorífico raciocinio que acababan de tener.

Abaddon tomo asiento y empezó a degustar la sopa que se sentía como un alivio para su garganta. El ambiente era simplemente un silencio incómodo solamente interrumpido por el desagradable tintineo de las cucharas por parte de los hermanos y Abaddon se preguntó si todos los Weasley serían así, sin modales. Quizó decir algo, pero no tenía un tema de conversación y no era muy bueno con las palabras, no quería arruinarlo más.

-¿Como te sientes?-tomo la iniciativa el mayor.

-Mejor, aunque aún me duele la garganta y las piernas-agrego con la voz un poco ronca, mirando al pelirrojo tratando de leer sus expresiones o por lo menos entrar a su mente, Podía usar la ligeremancia simplemente porque es magia mental y no requiere más que su propia mente y concentración para usarla, pero el pelirrojo apartó la mirada nervioso haciendo que este hiciera lo mismo.

No quería invadir su privacidad, pero los gemelos parecían actuar tan diferente con el a como lo hacían con los demás y no los culpaba, no después de haberlos llamado traidores a la sangre por años, haberles molestado por el trabajo de su padre y haber dicho cosas horribles sobre su madre quizás ese pensamiento era el que más le atormentaba, Molly había sido muy agradable con él y el la había insultado antes para hacer enfadar a los gemelos, provocarles hacia que estos reaccionaran y al le gustaba mantener su atención sobre si mismo, aparto los pensamientos de tratar de entrar a la mente de estos y sobre sus maldades escolares y se enfoco más en su comida.

-Me alegra que te sientas mejor, deje otras pociones para que te ayuden-agrego sacando al ojigris de sus pensamientos.

-Gracias...-hizo una
pausa extraña.

coмproмιѕo y pαrιαѕ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora