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El día tan esperado día había llegado y el estómago de Abaddon daba vueltas, intentando expulsar el almuerzo ingerido hace unas horas

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El día tan esperado día había llegado y el estómago de Abaddon daba vueltas, intentando expulsar el almuerzo ingerido hace unas horas.

Se encontraba en la habitación de Ginny por orden de Molly (No estaría allí por su propio pie) preparándose para el supuesto día más importante de su vida, solo podía pensar en el sudor descontrolado de sus manos y para colmo se le sumaba la incomodidad de su mano derecha vendada por la quemadura y tenía tanta comezón en esta por el sudor.

Además que no se veía agradable ¿Cómo se supone que se presentaría triunfalmente de regreso en la sociedad si su mano estaba quemada y vendada como una momia por el jodido ministerio de magia?

Suspiró y se colocó la camisa blanca, el traje azul media noche que en los puños llevaba hilos cocidos en pequeñas decoraciones en color plata, una corbata plateada, un broche de serpiente del mismo color, un mini ramo de flores azul cielo en el bolsillo del lado del corazón y una capa elegante con un tejido afelpado en los bordes y en la tela central un patrón sutil de runas mágicas que resplandecen de manera tenue cuando se activan, todo bajo la atenta mirada de su madre quien supervisaba cada detalle.

-Te ves muy bien Abad-dijo Neville entrando en la habitación y sonriéndole incómodamente a Narcisa quién asintió a su lado.

-Si, pero no te olvides de ponerte maquillaje, tu cara no se ve tan presentable- añadió Narcisa en un tono rígido haciendo referencia a la palidez y a las imperceptibles ojeras debajo de sus ojos.

-Volveré más tarde, hay algo importante de lo que debo hablarte-agrego en un tono serio, pero tranquilo y se despidió antes de marcharse para darles espacio.

Abaddon la miro irse sintiendo algún tipo de sensación rara en el pecho, como un mal presentimiento, el menor le miro perdido y agarro su mano.

-No le hagas caso, debe estar estresada por los
preparativos-le sonrió dulcemente su amigo tratando de aligerar el ambiente.

-No importa, Neville, no es suficiente-agrego sintiéndose aún más desganado que antes, las mejillas de Neville se rellenaron con disgusto odiaba cuando el mayor se despreciaba a sí mismo.

-Sabes que eso no es cierto, yo siempre estaré orgulloso de ti-apoyo una mano en el hombro del mayor dándole fuerzas y este le dio una media sonrisa y dejó el tema. No podía hacerlo más deprimente de lo que ya era. No en este día.

Rocío algo de perfume, Neville le ayuda a peinar sus largos rizos azabaches, humecto sus labios y coloco una fina capa de polvo tratando de cubrir las ojeras y las imperfecciones que tanto molestaban a su madre, cuando la puerta se abrió de nuevo y Draco entró.

-Te he traído un presente por la tradición, pero no porque esté de acuerdo con esto-dijo, colocando una caja negra con un gran moño verde sobre la cama.

-Gracias por respetar la estúpida tradición, pero no era necesario-recriminó con vehemencia el reproche de su hermano.

El rubio le miró con desdén, pero sobre todo con una preocupación interna que evitaba mostrar con su gesto altivo y se marchó sin pronunciar palabra alguna. Abaddon suspiró, sentándose en la cama; Neville le siguió, y el azabache apoyó su cabeza en el hombro de este. Solo necesitaba un poco de consuelo; presentía que las cosas serían más duras a partir de ahora y le asustaba demasiado.

coмproмιѕo y pαrιαѕ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora