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Los siguientes tres días se esfumaron rápidamente, y el nerviosismo de Abaddon alcanzó su punto máximo el día 17, a solo horas de la boda

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Los siguientes tres días se esfumaron rápidamente, y el nerviosismo de Abaddon alcanzó su punto máximo el día 17, a solo horas de la boda. Los trajes y zapatos estaban listos, pero la ansiedad crecía. Estarían casados y no solo eso, compartiría una conexión mágica con Fred y George.

La idea de estar tan íntimamente ligado a ellos, llegando hasta el punto de incluso sentir las emociones de los otros dos en ciertos momentos lo tenían intranquilo.

Además de eso estaba la discusión entre los gemelos, y que ni siquiera había podido disculparse con George, ya que este le ignoraba en todo momento, y no sabía que hacía más estragos dentro de sí, la rudeza de sus palabras o que le pasase por encima como si no existiera.

Abaddon camino de un lado a otro, las horas parecían correr sin piedad.

-Tranquilízate, Abaddon-pidió Fleur, sentada en el mullido sofá de la madriguera.

-No puedo, Fleur. Esto es demasiado estresante- admitió.

Fleur, su madre y Draco eran los únicos en la antigua casa, Abaddon estaba allí, ya que Molly pensó que sería más fácil que todos estuvieran juntos para el gran día. El resto habían salido a comprar regalos matrimoniales de última hora o hacer sus propias cosas. (Con excepción de Narcisa y Draco, ya que no pueden salir)

-Lo sé, también me casé. Estaba muy negiosa la noche antegior, quegía que todo fuera pegfecto, pero te aseguro que pog más pegfecto que lo desees no puede seg así.-la rubia sonrió dulcemente recordando su boda. Simplemente había sido perfecta porque se casó con Bill.

-Suena tranquilizador-la respuesta fue más que sarcástica, pero Fleur no se molestó, recordaba haber actuado del mismo modo para su día especial.

Abaddon sabía a lo que se refería con que no era perfecta, él y los demás mortífagos habían atacado aquella noche la boda de Fleur buscando al chico Potter y esa era otra cosa más para avergonzarse, siendo que Fleur había sido tan dulce.

La puerta se abrió repentinamente espantando a ambos y rebelando a Neville, su cabello oscuro revuelto, y una sonrisa suave adornaba su rostro.

El pelinegro le miro aturdido, aún no había recibido respuesta del otro y estaba asustado de que su amistad se hubiera roto.

-Abaddon-saludó Neville. Miro únicamente al mayor que se quedó inmóvil nerviosamente.-Oh, Hola Fleur-agregó sonrojándose al escatimar tardíamente la presencia de la rubia.

-Hola, Neville. Los dejagé paga que convegsen-anunció Fleur antes de retirarse, dejando a los dos hombres a solas.

-Neville, ¿Qué haces aquí?-Preguntó Abaddon desviando la mirada.

-¿Y lo preguntas? Vine a apoyar a mi mejor amigo-respondió sentándose en el sofá mientras el pelinegro le imitaba sentándose frente a él.

-Pensé que te había espantado-murmuro frotándose el brazo.

coмproмιѕo y pαrιαѕ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora