PRÓLOGO

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Abro los ojos y un pitido en el oído derecho me aturde, veo borroso y estoy desorientada... me duele cada parte de mi cuerpo pero lo único que me preocupa es solo una cosa: Ian.

—Ian..— lo busco con la mirada pero solo veo la carretera y un par de luces al otro lado de la calle. —Ian— digo con dolor, palpo a mi lado pero no hay nada, mi mano ha chocado con algo líquido y no quiero saber que es, pues me lo puedo imaginar. Me doy la vuelta con dolor, el pitido se agudiza y mi vista se vuelve más borrosa pero no me puedo dormir... no ahora.
—Ian— intentó de nuevo y veo la Ducati Corsé a unos metros de mi.

Oh mierda... ¿donde está?

—Macolley— insisto y mis ojos se fijan en su cabellera rubia. Me tranquiliza verlo pero esta de espaldas en una posición muy extraña. —Ian— sollozo, me duele todo y verlo así me rompe.

Con cada respiro que doy mi pecho me duele y me aturdo más.

Pero saco fuerzas de no se donde y a rastras me acerco a él, al llegar un sollozo se escapa de mi garganta.

—Macolley— murmuro y giro su cuerpo, sus ojos están cerrados pero su lado izquierdo está lleno de sangre que sale de la parte de arriba de su frente. No respira, su pecho no se mueve, entro en pánico y abandono todo mi dolor, para ponerme de rodillas junto a él.—No...—sollozo y coloco mis manos en su corazón entrelazadas.

Cada parte me duele pero lo ignoro y hago presión sobre su pecho.

Uno, dos, tres...
Uno, dos, tres...

Y escucho las sirenas de la ambulancia una chispa de esperanza se enciende, muevo la cabeza para mantenerme despierta, mi vista se nubla.

—Ya casi... no te vayas.— sollozo mientras sigo con la reanimación.

Uno, dos, tres...

Me mareo y hago a un lado la cara para toser, lo que sale de mi boca me alarma, sangre, pero vuelvo con Ian, solo quiero que esté bien, necesito saber que su corazón sigue latiendo.

Mis fuerzas se agotan y no puedo seguir con la reanimación, mi cuerpo no me responde...

Acercó mi oreja a su nariz, no siento el aire... no respira y su corazón no late.

—No... no te vayas— sollozo mientras me abrazo a él, mi cuerpo no me responde, solo quiero sentirlo, quiero que me moleste y haga sus comentarios malos. —No te vayas, quédate conmigo...— murmuro mientras siento como mi corazón se estruja por verlo así.

Las luces de la ambulancia alumbran el perfil del rubio, veo como tres personas corren hacia nosotros, me separan de él aunque yo ruego que no, veo como lo reaniman y como la segunda persona se dirige al otro coche, el que choco con nosotros...

—Ian...— sollozo intentando levantarme para ir a su lado, pero me inyectan algo y la oscuridad me consume.

¿Su corazón sigue conmigo?

MIEL Y TORMENTA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora