A LA MIERDA

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CAPÍTULO 29

En la siguiente clase me acerco a Peter, me siento junto a él sin decir nada.

—¿Hola?— preguntó

—A ver, Peter, no te ilusiones.— aviso y él no dice nada pero me mira confuso, y solo con el pensamiento de poner celoso a Ian que me mira desde lo puerta cojo de la camisa a Peter y estampó nuestros labios.

No puedo evitar compararlo con los labios de Ian, el frío metal de su arito y sus cálidos labios, su sabor a miel... su olor a miel y tormenta...

Me separo rápidamente y me siento en la silla, veo a un furioso Macolley verme desde la puerta y por la mandíbula y puños apretados se que conseguí mi objetivo.

—Win Alaska— digo con los labios y le guiño un ojo. Pero lo siguiente no me lo espero, Ian se sienta atrás de nosotros cogiendo a una chica y sentándola encima de él, la chica sonríe y se mueve encima de él suavemente.

Apartó la vista y me como los insultos y las ganas de pegarle, a ambos.

—Esto solo es un reto y un juego, no te ilusiones, por favor— le explico a Peter

—Si me vuelves a besar así contigo juego lo que quieras— dice y le vuelvo a coger de la camisa para estampar sus labios con los míos, el pasa su mano por mi cadera y me atrae a él, mete su lengua y no me gusta... no saben igual... no sabe a Ian y no es Ian, así que me separo y veo de reojo que yo sigo ganando.

Que juego tan estupido. Pero tan divertido.

Miro a Ian y el corazón se me acelera, las hormigas aparecen en mi estómago y una electricista me recorre, y todo eso con una sola mirada.

—Declárame ganadora y paro.— digo inclinándome encima de su mesa.

—Primero te pondré celosa y luego me declararás ganador.— dice con una sonrisa falsa.

—Vale, luego no te enojes— aviso volviendo a mi sitio.

Paso la hora tocando la mesa con la punta del boli, intento prestar la máxima atención pero siento la mirada de Ian en mi nuca que provoca mi máxima desconcentración, que mi corazón vaya a mil y que cargas eléctricas me recorran entera.

Escribí en un papelito pequeño: Ian siento tu mirada, así no me concentro.

Y con disimulo se la dejo en su mesa. Me cruzo de brazos pensando que el papelito no sería devuelto y así es, toda la hora siento su intensa y agradable mirada pero me logro concentrar un poco más.

Hasta que antes de salir coloco mi pierna en el muslo de Peter, él acaricia mi pierna y sonríe de lado.

—Es solo un juego— digo con mis labios a Peter, él asiente y sonríe de vuelta.

Sube un poco más su mano hasta que creo que es lo suficiente, lo detengo poniendo mi mano encima de la suya. Y suena el timbre, salgo la primera y voy a mi casillero para dejar los libros, cierro el casillero y me dispongo a ir a clase pero siento una cálida mano en mi muñeca y luego siento su cuerpo pegado al mío, su respiración roza mi oreja.

—Me desesperas— murmura mientras acaricia mi abdomen desnudo bajo la sudadera.

—¿Admitirás tus celos?— preguntó acariciando sus antebrazos con mis uñas.

—¿Me dejarás besarte?— pregunta y me da la vuelta para apoyándome en los casilleros y tenerme cerca a sus labios.

Mis dedos se enredan en su cabello rubio y mis ojos se pierden en lo suyos que son como la miel y la tormenta, luego van a esos frutos que tanto deseo.

MIEL Y TORMENTA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora