EL ACCIDENTE

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CAPÍTULO 40

Bajamos del bus agotados y nos dirigimos pesadamente al trabajo de Ian en su hermosa Ducati , en estos dos días no me han dicho nada, acompaño a Ian y le ayudo un poco arreglando las mesas.

—Deberías de dejar de hacer eso, ni siquiera tendrías que estar aquí.— dice Ian

—Oh, vamos, sabes que no me puedo quedar quieta mirando, bueno a ti si... pero eso no cuenta.— me quejo

—Pues solo mírame, ya casi abren y tendrás que salir, te he dicho miles de veces que mejor estés en casa.—

—Pero es que no soporto los mimos que se dan Dereck y Has—

—¡Pero si somos iguales!— dice

—Mentiras, yo no te digo "cariño" o "amor" o eso todo dusgh— defiendo

—Lo se, pero decirme rubio es casi lo mismo—

—¡Lo voy a dejar de decir!—

—¡No!— dice rápidamente—O sea, no, tampoco se parece.—

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Espero a Ian fuera en la silla de siempre mientras leo un libro, lo veo salir mientras se despeina el pelo, mira a ambos lado de la calle y les juro que pareció puro comercial de perfume.

—¿Sabes que te quiero mucho?— pregunta al llegar a mi lado, me levanto y guardo el libro.

—Yo también te quiero mucho— digo y él deja un beso en mis labios y vamos a su moto.

Me abrazo a él, mientras sonrió y siento como el me aprieta contra su como puede.

—¿Podemos hacer una parada en la comida china?— preguntó como niña pequeña.—Invitó yo—

—De a medias.—dice y no peleo, se que sería inútil. Paramos enfrente de la comida china y el cielo ya está oscuro a pesar de que solo sean las 8.

Ian pide dos cajas de arroz frito con carne, salimos juntos de la tienda y nos sentamos en el borde de la carretera, abrimos la comida y comemos juntos junto a la Ducati.

—¿Quieres ser mi novia?— pregunta y le miro mientras mastico. Jamas en mi vida me he sentido tan feliz como estando junto a él.

—¿Yo quiero ser?— preguntó burlona

—O sea... ¿puedes ser mi novia y yo puedo ser tu novio?— pregunta y noto sus nervios.

—¿Oficial?— preguntó dejando la caja ya casi vacía a un lado.

—Oficial.— afirma y sin avisar me lanzo a sus brazos.

—Por supuesto que si— digo y le beso, el responde mi beso y reímos cuando ambos caemos al suelo. Nos reincorporamos y nos quedamos en un silencio mientras nos miramos.

—Bueno, Señor novio, no me quiero ir— comentó

—¿Señor novio?— se burla y ruedo los ojos —Nos podemos quedar un rato en el parque ese— señala el parque que se ve en la esquina, movemos la moto para parquearla más cerca, tiramos las cajas en la papelera y nos sentamos en la silla más cercana y limpia.

MIEL Y TORMENTA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora