EL MUSEO

48 4 0
                                    

CAPÍTULO 39

—¿Quieres salir a jugar vóley?— preguntó mirándolo, él haciendo círculos en mi tobillo, mis piernas en sus muslos y Dereck en el otro sofá.

—No puedo.— dice Dereck

—Dereck acabas de salir del hospital, hace dos días.— digo.

Cuando Dereck salió del hospital llamaron a Ian del restaurante y le contrataron, para ser mesero le pagan bastante ya que es uno de los restaurantes más lujosos de la ciudad... ahora solo espero yo una llamada.

—Ya bueno, pero yo contesto.— dice sonriendo.

—¿Y tú?— preguntó mirando a Ian

—Valep.— dice y me levanto para ir a la puerta, le doy un beso en la cabeza a Dereck como despedida y voy a la puerta colocándome las zapatillas.

Cojo el balón debajo del perchero e Ian abre la puerta.

—¡Chao, albino!— se despide Ian de Dereck, estos dos días se han unido más y parecemos una familia, realmente no se que somos Ian y yo pero se que no quiero que termine, nunca.

Bajamos al parque de la esquina donde hay una cancha de voley en arena con la red puesta.

Me quito los zapatos y entro a la arena fría, él me imita y se coloca al otro lado de la red.

Empezamos a jugar seriamente, contando los puntos y las faltas.

Ian se tira a por el balón y exitosamente lo pasa a mi lado y sonrió mientras salto y bloqueo el balón dando el punto a mi favor.

—¿Que? ¡No! Me comí arena por eso ¿y tú te ganas el punto?— se queja y me rio mientras me encojo de hombros. Nos sentamos en la arena a descansar para luego volver a casa, está oscureciendo.

Y encontré a la persona que buscaba: una que no se aburriera de jugar conmigo al voley, una persona que soportara cada aparte de mi, e Ian es la persona que lo está consiguiendo muy bien.

—Mañana excursión ¿no?—pregunta Ian a mi lado.

—Si, ¿te quedas en mi casa o vas con tu papá?— preguntó—O puedo ir yo a tu casa.—

—Valep, vamos a mi casa.— dice levantándose

—Le diré a Has que se quede en la noche con Dereck, aunque no creo que haga falta pedirlo.— digo enviándole un mensaje a Has, me coloco las zapatillas y emprendemos el camino al aparcamiento de mi casa a por su moto y luego vamos a su casa.

Allí pasamos tiempo viendo una peli los tres mientras Jon nos hace bromas y yo se la respondo.

—¿Quieres una sudadera para dormir? Hace un poco de frío— pregunta

—Valep.— respondo sentada en la cama, él me lanza una sudadera peludita con su olor, me la pongo y él se pone a mi lado, nos metemos entre las mantas y me acurruco a él para que me abrace por la espalda.

—¿Desde cuento esto se ha vuelto una costumbre? Ya ni siquiera recuerdo dormir solo.— dice burlón

—No se, pero no me quejo.— respondo

—Mañana tendré que trabajar después de la excursión, que pereza.— se queja

—Iremos juntos, tal vez me llamen.— digo jugando con sus dedos.

—Lo harán.— dice y sonrió con el beso que deja en mi nuca.

—Hasta mañana, Macolley—susurro entrelazando nuestras manos.

—Hasta mañana, Wolf.— murmura y así poco a poco, envuelta en su olor y su calor me quedo dormida on una increíble paz interior.

<<<<<<<<<<

—Me quiero acostar.—me quejo, dormí bien, siempre duermo increíble cuando estoy con Ian pero así duerma ocho horas tendré la cara de como si hubiese dormido solo dos.

—Venga, no se puede solo son dos sillas.—dice y le miro mal, pero el solo me guiña un ojo.

—Agh!— digo de mal humor.

—¿Te duele algo? Estás más insoportable de lo normal– pregunta y le fulmino con la mirada, la verdad esta mañana al llegar a mi casa antes de venir me ha bajado la regla y me pongo a veces insoportable.

—Me duelen los putos ovarios— gruño y optó por la segunda opción, me arrecuesto a él y paso mi mano por su cintura.

Acuesto mi cabeza en su pecho y me pongo de medio lado en la silla, una posición extrañamente cómoda, aunque parezca incómoda.

—¿Y quieres cariños?– pregunta burlón

—¿Tengo cara de quererlos, gilipollas?— preguntó borde

—Vale, me callo.— dice abrazándome.

—Perdón, solo que cuando me duele no me soporto ni yo.— me disculpo

—Estaré para soportarte.— dice acariciando mi pelo.

—Oh, Macolley se nos ha enamorado de la loba solitaria.— se ríe Will, le saco el dedo de en medio e Ian rueda los ojos.

—Cállate, Will.— dice borde Ian.

—¿O sea que si es verdad? ¿Te has enamorado de la rara?— pregunta

—¿Por que no mejor te buscas una vida y dejas en paz la mía?— dice Ian ya cabreandose, digamos que Will siempre ha tenido una obsesión conmigo y desde que intento ahorcarme Ian procura que Will se aleje de mi a pesar de que sabe que me sé proteger.

—Oh, se nos ha enfadado el gran capitán de hockey.— se burla y las risas de sus amigos se escuchan, me incorporo en mi asiento y noto la ira de Ian, se que con muy fácil explota con la gente y más si se tarta de alguien de mi pasado.

—Puto capullo, se que tu vida no es interesante pero no tienes que buscar la felicidad arruinando la de otros— dice Ian apunto de levantarse, pongo mi mano en su rodilla y sus ojos de distintos colores se fijan en los míos oscuros.

—Mejor lo dejo.— gruñe lo suficientemente alto solo para que lo escuche yo.

Los demás se dan la vuelta y nos dejan en paz, Ian se quita la sudadera y yo vuelvo a la posición de antes e Ian más calmado acaricia mi pelo y así nos quedamos dormidos, con la sudadera como manta, hasta que el bus empieza a parar.

Me sobo los ojos y me estiro mientras Ian aun duerme, se ve tan tranquilo, tan tierno y tan bonito... suavemente le tocó el brazo pero no reacciona.

—Ian, estamos llegando.— muevo su pierna y él se levanta poco a poco y al verme sonríe un poco, se estira haciendo que sus músculos se tensen y se noten más a través de su camisa corta, se coloca la sudadera y se pone la capucha haciéndolo parecer mucho más sexy, como los tíos de Pinterest o Instagram o incluso de cómo me imagino los personajes de libros.

Empezamos a salir del bus y cogemos las mochilas, con solo un bocadillo y agua, y entramos al museo de esculturas.

MIEL Y TORMENTA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora