EL RUBIO DE OJOS CARAMELO

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CAPÍTULO 25

Me pongo debajo de las gradas y saco la bolsa que Dereck metió en mi mochila y para mi suerte, nótese la ironía y el sarcasmo, me echo una mandarina... odio pelear mandarinas, se quedan bajo las uñas, te quedan húmedas las manos y encima huele demasiado.

Miro la mandarina entre mis manos y pienso en Ian, se que él la pelaría por mi, siempre que traigo lo hace, sabe que odio pelarlas.

—¿Ves el futuro en la mandarina?— pregunta Peter, el rubio de ojos caramelo, entrar debajo de las gradas.

—Me encontraste— bufo

—Como te alegras— dice sentándose frente a mi.

—¿Para que querías estar aquí?— preguntó dejando la mandarina a un lado de mi mochila.

—No lo se, solo me apetecía conocerte.— dice y me carcajeo.

—Oh créeme eso ya lo han intentado muchos y solo ha logrado uno.—digo pensando en Ian.

—¿Te refieres a ligar o a conocerte?— pregunta con una ceja arriba.

—A conocerme.— digo obvia.

—Adivino: el rubio de ojos distintos—dice y sonrió de lado sin darme cuenta, borro mi sonrisa subiendo mis muros aún más.

—No es el único.—

—Dijiste que solo uno—

—En realidad se podría contar como uno por que el otro me conoce de toda la vida así que no se si vale.— respondo fríamente

—¿Familia?— pregunta

—Se podría decir que si.— y le miró a los ojos con frialdad—Haces demasiadas preguntas y eso no me trae buena espina, así que mejor vuelve con tu grupito de guays y déjame.— aconsejo

—Oh vamos, íbamos bien.— se queja y me levanto guardando la mandarina en la mochila.

—No llegarás a ningún sitio con intentar conocerme, solo uno pudo, pero fue mi error, aunque agradezco mi error.— paso junto a él y salgo debajo de las gradas.

Vuelvo a clase y como era de esperar llegue tarde, al igual que el rubio de ojos caramelo.

¿Empezamos otra vez?
No voy a dejar que nadie más entre, demasiado arriesgado fue con Ian, no arriesgaré por nadie más.

Se sienta junto a mi y le miro sin ninguna expresión, él me sonríe y saca su libro.

Volteo mi vista a la ventana y saco el móvil para ver los mensajes de Ian.

Rubio:Me aburro, aquí no hay nada que hacer y a los que conocía no están por qué ellos si estudian.
Yo: Deberías aprovechar eso y salir a pasear.
Rubio:Es que yo solo no es guay.
Yo: Qué raro eres.
Rubio: La rara eres tú, lobita.
Yo: Lobita?
Rubio: Pues si, eres la loba solitaria y se nota.
Yo: Y tú llegaste a joderme el paseo
Rubio: oye!
Yo: Es broma
Rubio: Lo se
Yo: Estoy en clase.
Rubio: Eso también lo se.
Yo: Como le manden a detención por tu culpa...
Rubio: Pues técnicamente no sería mi culpa porque ni siquiera estoy en el país.
Yo: Tú padre ha mejorado bastante, no sé si lo viste en cámara, no se notan mucho los detalles.
Rubio: Espero que despierte pronto.
Yo: Lo hará.
Rubio: Mejor ponle atención a clase que alguien tendrá que pasarme los apuntes y explicarme.
Yo: Eso va a ser muy difícil. Por que literalmente no he copiado nada en estos días.
Rubio: Pues empieza.
Yo: Claro como eres tú el que está de vacaciones...
Rubio: Adiós, nena, te llamo luego.
Yo: Parecemos novios.
Rubio: Y que hay de malo?
Yo: Que no lo somos ¿tal vez?
Rubio: Oh vamos nos hemos besado mucho.
Yo: Sigues pensando en tu ex.
Rubio: Sabía que te habías puesto celosa!
Yo: Que? De que hablas?
Rubio: Te conozco bastante.

Guardo el móvil y me doy cuenta de que tengo una mini sonrisa en la cara.

Algo me pasa con ese rubio de ojos distintos y no se que es, pero me preocupa por que siento que le estoy entregando mi corazón.

—¿Y tú novio?— pregunta Peter

—¿Novio? Yo no tengo novio.— digo mirándolo

—¿No es tu novio el rubio de ojos distintos?— pregunta y me carcajeo.

—No, no es mi novio.— aclaro

—Vale. Tengo vía libre— murmura

—¿Que? ni lo sueñes— digo

—Soñar es gratis— comenta

—Y las pesadillas son sueños— respondo

—¿Y eso que tendrá que ver?— pregunta

—Las pesadillas también existen.— me encojo de hombros

—Eso lo se ¿pero por que viene al tema?— pregunta

—Pues no lo se— acepto

—Tampoco eres tan fría..— comenta

Oh, si, había cometido de la peor manera el error.

Eso hirió mi orgullo .

Y dejo de mirarle, ignoro cada una de sus intentos de conversación, y no lo miro, hasta que el timbre me salva de querer pegarle al rubio con la mesa.

Salgo la primera dejando al rubio de ojos caramelo con la palabra en la boca, realmente no se que decía tampoco le preste atención.

—Alaska— grita mi nombre y acelero mis pasos a mi casillero.

Guardo los libros y saco los de las dos ultimas horas y cierro pero el chico con ojos caramelo aparece.

Bufo e intento pasar por un lado pero me tiene del antebrazo. Con un ágil movimiento paso mi mano por debajo de su brazo y le hago una llave de muñeca, quejándose me pide que lo suelte y lo hago con un leve empujón para poder ir a clase.

Dejo allí al rubio mientras se queja, y entro a la última clase. Me pongo en mi sitio de siempre y presto atención las siguientes dos horas hasta que voy caminando sola a casa.

MIEL Y TORMENTA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora