"MÍA" ¿SUYA?

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CAPÍTULO 37

Con una sonrisa salimos de allí, guardo su regalo en su mochila y la caja en el casillero de los vestuarios para que no se estropee.

—Y yo que creía que eras una santurrona.— comenta Ian y le doy un golpe suave en el hombro

—Eres a veces insoportable.— me quejo rodando los ojos.

—Te llevaré a casa y volveré a la mía, papá estará esperándome y quiero hacerle compañía.— explica

—Vale, Macolley.— digo dándole un beso casto en los labios.

Me subo tras él y me lleva a casa, al llegar a la puerta me bajo quedándome con el casco y entregándole la mochila.

—Nos vemos el lunes en clase.—se quita el casco

—¿No quieres verme mañana?— bromeó

—Llevaré a mi padre a un pueblo, me lo ha rogado desde que vinimos, pero tranqui, te llamo. —Me coge de la cintura y me atrae a él, nos besamos y enredo mis brazos en su cuello.

—Nos vemos entonces el lunes, rubio.—me despido con un beso casto en sus labios.

—Cuídate, si pasa algo no dudes en llamarme.— dice dejando un beso en mi frente produciéndome miles de sensaciones.

—Vale, chao, Macolley.— me despido y entro a casa bajo su mirada, escucho el motor rugir y luego alejarse.

El domingo lo paso todo el día en el hospital con Dereck y ayudando a Has en organizar un poco la casa.

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—¿Por que eres tan bueno en mates?—me quejo—Me va mejor en biología e historia, es injusto—

—¿Que es lo que no entiendes, nena?—pregunta

—No entiendo nada—bufo y él se carcajea le fulmino con la mirada.

—A ver, te explico..— y empieza a explicar un ejercicio raro, ni siquiera se en que tema estamos con eso ya se pueden imaginar como estoy. —¿Entendiste?—

—Si te soy sincera: no, pero si quieres que mienta: si.— contestó y él se carcajea pero aún así me lo vuelve a explicar hasta que lo entiendo.

—¡Joder! Lo entendí— digo mostrándole el ejercicio que acabo de hacer yo solita.

—Bueno, al menos la detención sirve para algo.— dice.

Sip, estamos sentados en la cafetería, castigados, se supone que deberíamos limpiarla pero sucedieron cosas y terminamos estudiando mates.

—¿Se darán cuenta sino hacemos nada?— preguntó —Parece bastante limpia— comentó

—Ya se acabó nuestra hora, nos vamos.— dice Ian guardando todo en su mochila, lo imitó y me levanto con mi mochila al hombro.

—Dios, Macolley, eres increíble explicando— agradezco

—Para eso estamos— me guiña un ojo.

—Hoy iremos caminando, papá llevo la moto al taller.— dice

—¿Que tal tu viaje ayer?—pregunto

—Bastante bien, mi padre ha mejorado bastante, ya no bebé y lo intenta evitar 100 por 100. Está volviendo a ser él...— dice mirando el suelo.

MIEL Y TORMENTA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora