¿ES QUE NO ES LA PRIMERA VEZ?

67 6 0
                                    

CAPÍTULO 14

—¡Tienes gafas!—digo emocionada al verlo abrir la puerta de su casa con gafas de marco negro que le lucen bien ¿acaso hay algo que no le haga ver guapo?

—¿No podías avisar? O ¿que?—pregunta pasándose la mano por el pelo de una manera cansada.

—No tenia tu numero, y te recuerdo que fuiste tu el que dijo "te esperare, nena"—imito su voz haciendo que sonría de lado.

—No hablo así—dice dándome la espalda dejándome ver su musculosa espalda desanuda.—¿Quieres café?—pregunta sirviendo el suyo.

—Por las mañanas no me va el café—digo sentándome en el banco que hay junto a la encimera.—Llegarás tarde.—digo al ver que tiene cara de dormido y se acaba de levantar.

—Eres la tú la que llega siempre tarde.—dice burlón.

—Buen punto, pero igual... a demás yo me esfuerzo por llegar pronto pero el destino no lo quiere—digo siguiéndolo a su habitación, la cama esa deshecha y sin ningún aviso me acuesto tapándome con las matas.

—Huele a ti—digo mientras el coge la toalla.

—¿Y a que se supone que huelo?—pregunta

—A miel—respondo sin dudar.—Te espero y vamos en tu moto.—digo cerrando los ojos.

—Solo no te duermas—dice saliendo para ir al baño.

Y como soy obediente, me quedo dormida.

Siento un peso tras de mi y luego algo húmedo en mi nuca, abro los. Ojos y veo de reojo a Ian acostado tras de mi.

—Te dije que no te durmieras, ahora yo quiero dormir—se queja.

—Tarde, ahora nos vamos...—Le empujo y el entrecierra lo ojos y cogemos las mochilas.

—¿Y si nos quedamos un rato en la cama, nena?—

—Oh, vamos, no somos nada, hablas como si fuéramos novios o algo—me burlo y el rueda los ojos.

—Pues no, pero sabes como se fue mi madre, y sabes muchas cosas de mi como yo de ti, creo que ya hemos dormido juntos y eso no significa nada...—dice tras de mi, salimos de su casa y nos subimos en su moto.

—Ayer Dereck no apareció por casa...— murmuro sacando mis libros, Ian apoya su hombro en el casillero de mi lado.

—Solo ten paciencia, no creo que vaya a desparecer como mi madre—dice burlón y le miro mal.

—No juegues con eso, Macolley—digo y el rueda los ojos.

—A mi eso ya me da igual ¿que podría cambiar?—dice y entramos a clase ganándonos todas las miradas de clase,  toca matemáticas así que Ian se pone en el sitio que le han guardado los guays y yo me dirijo al mio.

Después de tres horas de aburrimiento escuchando a los pesados de Will e Ian, la campana suena y salgo la primera a mi casillero, Ian se acerca a mi.

—¿Y tus gafas?—pregunto cerrando la puerta de mi casillero.

—Solo las necesito cuando mis ojos están cansados, generalmente no las necesito—responde

—Te llaman, mejor ve—digo señalando con la mirada el grupo de guays.

—No iré—dice saludándolos con la mano, y me sigue a las gradas, él me tiende una mandarina y muerde su manzana.

—No me gusta pelar mandarinas—digo avergonzada, el rueda los ojos y sostiene la manzana con su boca para pelar la mandarina y dejar la cascara a un lado para luego tirarla.

MIEL Y TORMENTA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora