1. Un destello de luz

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Cuando los Dioses de la Creación elaboraron con sus manos y colocaron en puntos específicos a las deidades que rigen este mundo, pensaron que eran seres demasiado solitarios, atados a un deber. Decidieron entonces crear seres que anduvieran libres por el mundo... Seres sobrenaturales cuyo poder era demasiado elevado, casi comparable a las deidades. Por tanto, para aquellos rebeldes era sencillo desafiar a quienes debían respetar.

En aquellos corazones comenzó a nacer la ambición, el odio, la envidia... Algunos cambiaron sus formas corporales, tomaron la apariencia de terribles criaturas cuyo fin era el de infundir temor a sus enemigos. Fueron siglos de batallas en las cuáles no había ganador alguno. Fueron siglos de confrontaciones sin sentido, donde todos buscaban tener mayor poder que los demás.

Los Dioses de la Creación lamentaban volcar su mirada a este mundo, pues sentían vergüenza por la irracionalidad que regía a sus creaciones. Fue entonces que moldearon y dieron vida a otros seres más bondadosos, más sumisos, manipulables, con menor poder. Los pusieron en la tierra por centenares, eran pequeños, frágiles, con vidas cortas, con anhelos efímeros, eran seres débiles que sufrían, que podían ser aniquilados fácilmente, que no podrían causar tantos problemas... Los llamaron seres humanos.

Ellos parecían convivir en armonía, sin causar disturbios mayores, por tanto los Dioses de la Creación decidieron permitirles andar libres por el mundo. Mientras tanto, poco a poco buscaban exterminar a aquellos que se rebelaron para conseguir la anhelada paz que debía regir el mundo.

Sin embargo, al pasar de las décadas, entre estos frágiles seres también nacieron sentimientos negativos. Odio, envidia, venganza, crueldad, irracionalidad, brutalidad... Los Dioses de la Creación se lamentaron una vez más.

Pero, ¿Qué hacer? ¿Debían exterminarlos?... Sin duda sería lo mejor.

Decididos a hacerlo, ellos descendieron al mundo terrenal. Pero no todos eran malvados. Había seres amorosos, protectores, desinteresados, amables. ¿Qué hacer entonces?... Se dieron cuenta de que debía haber un equilibrio en el mundo y ellos eran parte de ese balance, que la bondad de unos, contrarrestaba la maldad de otros, que la luz no existe sin la oscuridad, que por cada corazón corrompido hay otro inundado de bondad... Optaron por no cambiar el mundo ya más.

En algún tiempo, los primeros seres sobrenaturales que caminaban por la Tierra eran seres bondadosos... Pero sus corazones se corrompieron. Hoy en día ambas creaciones, aunque conviven en el mismo lugar, pertenecen a mundos distintos... Unos son eternos, pero sólo se matan entre sí. Otros son frágiles y desde hace algunos años sólo se han dedicado a hacer lo mismo que las otras criaturas.

Yo soy una deidad... Yo soy uno de los pocos sobrevivientes de aquellas feroces batallas. Yo vi al ser humano emerger de la tierra, yo vi a los demonios más malvados sucumbir. Yo soy uno de los demonios más longevos de este mundo. Mi corazón no fue corrompido, y yo quise mantener el orden y la paz entre aquellos que quedaban vivos.

Pero cuando son pocos es fácil mantener el control. Al paso de los siglos los demonios se multiplicaban, se dispersaban por el mundo, y ahora... ¡¡La gran mayoría han puesto su corazón en el sendero de la maldad!!

Cada vez era más común ver que se unían con la intención de conseguir mayor poder para enfrentar a sus enemigos. Engendraban hijos que no conocían el cariño fraterno, que eran simples instrumentos de pelea. Logrado el objetivo no dudaban en apartarles del camino.

Alianzas y traiciones.

Parricidios, filicidios, fratricidios.

Lamento en lo profundo de mi corazón que aún hoy en día las cosas sean así... Pero en cada corazón hay un destello de luz.

Senzo no Sonkei

(Fragmento del fanfic "Con el señor Sesshomaru para siempre" Parte 4, capítulo 87)

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