17. Una idea genial

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Por siglos, por milenios mejor dicho, sin fin de demonios guerreros van y vienen, buscando la manera de demostrar que podrían ser dignos de estar al servicio del poderoso Rey del Mar, Guardián de los Océanos, el Gran Kirinmaru.

Ese mismo, el poderoso Rey Bestia, el furioso rival, el amable caballero, el justo gobernante, el pacífico capitán, el sanguinario asesino, el temible y legendario demonio, el apuesto forastero, el malvado pirata, el emperador del mar.

Para los débiles un ser temerario, un poderoso omnipotente, una deidad quizá.

Para cualquier élite guerrera un sabio guía, un poderoso oponente, un digno jefe militar.

No había para alguien de menor rango un honor mayor que el de servir a un ser inmortal tan poderoso como él.

Para aquéllos que han estado a su lado, por siglos, por milenios, que han servido lealmente al Rey del Mar, quienes podría decirse, tienen el privilegio de conocerle mucho mejor que cualquier pobre diablo que escuche las fantásticas historias y leyendas que él protagoniza, ellos podrían jurar que desde tiempos remotos y por la eternidad, ciertas cosas eran completamente imposibles.

Entre ellas el hecho de verlo interactuar de una forma tan cercana y atenta con una mujer.

Ha habido mujeres asediándolo, cierto es. Otras cuántas han buscado desesperadamente la manera de inmiscuirse en su lecho, han puesto en prácticas montones de artimañas y fracasado en el intento de seducirle y engatuzarlo con la esperanza de llegar a ocupar algún puesto importante política o hasta sentimentalmente hablando. Casi siempre con la intención de obtener beneficios personales, los privilegios materiales de una reina y el poder político de un rango elevado.

Hubo féminas tras él, las hay y habrá en todo el tiempo por venir, de eso no cabe duda.

Ignora realmente si a estas alturas ha pensado o ha acudido ante alguna con la intención de apaciguar sus deseos carnales.

Dice Konton que... ¡Bah! Meros chismes, lo que dice ese imbécil encontrándose en estado de ebriedad no puede ser verdad, y esto es la clara prueba de ello.

Y es que al amo parecía que en verdad no le interesaban esos asuntos que involucraban la molesta carga de tener una pareja, una compañía obligada, por compromiso.

Realmente que molesto debe ser sólo el imaginar que haya alguien allí con quien sea forzoso interactuar todo el tiempo. Aunque en su caso verdaderamente puede prescindir de eso... Por tanto posiblemente sólo se mantiene distante para no darle el poder sobre sus riquezas y pueblos a nadie, y eso está bien.

Pero ahora que Kyuki es espectadora en primera fila de esta escena tan extraña, no sabe qué pensar, se siente incómoda y tal vez aterrada.

Sabía, desde el primer momento en que vio a esa mocosa que las cosas no podían estar bien. El amo no convive de esa forma con mujeres, mucho menos busca protegerlas, ni va a buscarlas en medio de una tormenta.

¡Ni siquiera cuando él mismo está herido toma precauciones! Y con esta mocosa ha tenido tantas atenciones que todo parece una pesadilla. Incluso él mismo ha estado al pendiente por días enteros de su bienestar, y a leguas se nota que le permite actuar de la peor manera frente suyo.

Es una malcriada, grosera, atrevida y sin vergüenza que seguramente busca lo mismo que otras mujeres pretendieron antes: seducir con cualquier artimaña al Rey para valerse de riquezas y poder.

Pero en esta ocasión no sabe que pensar. El amo verdaderamente le permite demasiadas cosas y la ha privilegiado de muchas maneras.

Kyuki parpadea varias veces, tratando de aclarar su mirada pues parece que no ve bien lo que está ocurriendo, seguro es producto de su imaginación.

Un destello de luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora