20. Mujer salvaje

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La distancia desde ese punto de Shengshan hasta Palacio Laozi no parecía ser la gran cosa, evidentemente alguien como Kirinmaru ha recorrido trayectos de miles de kilómetros, pero siempre en silencio.

Esta muchacha parece no tener intención de callar, habla sin parar y a cada instante dice que todo es hermoso, fantástico, increíble. Incluso a él lo ha elogiado.

¡Por supuesto que tiene razón! Pero no tiene por qué repetirlo cinco veces.

Además él que culpa tiene de que los humanos no sepan volar.

Kirinmaru vuela a una velocidad más lenta. Pero esta ocasión no a causa del dolor de cabeza que le provoca esta criatura parlanchina, sino que era complicado llevar a esta muchacha de esa manera.

Apenas han avanzado el equivalente a una hectárea quizá, probablemente no han volado ni siquiera por tres minutos, pero no puede continuar de esta manera, es por ello que Kirinmaru desciende lentamente.

Jin, muy confundida mira en todas direcciones. ¿Ya llegaron?

Pero aquí no hay camarotes.

¿Será que algo pasó y van a dormir al aire libre?

¡Genial! Así no se caerá de esa cama tan alta.

Pero... ¿Y si tiene que ir a hacer pipí y aparece el perrito aterrador de 3 cabezas?

—¿Por qué se detiene aquí? Señor Kirinmaru— voltea a verlo con curiosidad —¿Qué ocurre? ¿Dormiremos aquí?

No era su intención mirarla en todo el trayecto, pero ante su último cuestionamiento no lo puede evitar. ¿Por qué demonios se le ocurrió eso? ¿Acaso no se dio cuenta de que al arribar a este lugar ingresaron a una majestuosa construcción?

—¿No cree que sea peligroso? ¿Los señores de la tripulación dónde están?— cuestiona la joven algo preocupada, viendo en todas direcciones, tratando de encontrar un lugar apropiado para dormir.

Aprovechando tal distracción de parte suya, Kirinmaru la observa, bajando su mirada, pensando en que probablemente hubiese sido mejor que utilizara las ropas de descanso.

Odia admitirlo pero sus cálculos salieron mal, pensó que esa prenda morada la cubriría sin problema hasta las rodillas, no tomó en consideración esas partes 'voluptuosas' de su cuerpo.

Por cierto, ¿Por qué sus extremidades inferiores parecen estar golpeadas?

Los raspones parecen ser recientes, pero los golpes, por el color de cada mancha, evidencian que han ocurrido en momentos distintos, en lapsos de tiempo más prolongados.

Su piel tan clara hace ver fatal cada mancha morada y cada conjunto de líneas rojizas.

Jin voltea a verlo, dándose cuenta de que él ve sus pies con mucha atención. ¿Será que tiene algo raro? Con poco disimulo ella también baja su mirada en la misma dirección, incomodando al monarca que ha sido descubierto mientras la observaba, es por ello que rápidamente aparta la mirada, deseando fervientemente retirarse a tomar un baño y cambiarse de ropa en lugar de estar lidiando con estas situaciones tan incómodas.

—Me lastimé cuando subía al árbol— afirma ella, segura de que él veía los nuevos raspones sobre su piel.

—¿No has considerado, Jin, usar ropa un poco más larga?

Ella voltea a ver sus ropas. ¡Pero si son muy cómodas! Con ropa larga probablemente no habría podido subir al árbol para salvarse de aquél perro infernal. Además esto le causa confusión.

—Pero, Señor Kirinmaru— responde la joven -¡Yo no tengo ropa!— casi al instante, aterrada retrocede dos pasos mientras con su mano derecha cubre su boca —Cuando usted me encontró, ¿Yo estaba desnuda?

Un destello de luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora