Al recostar a la joven humana en la cama de su camarote, Kirinmaru no puede evitar observarla por un rato, mientras recuerda todo lo ocurrido la noche anterior, su disgusto al no verla y esa sensación de tranquilidad y regocijo al verla allí, de incógnita en el baje, cosa que aún le parece una osadía tremenda.
Esta joven no sólo está envuelta en un aura de luz, sino que es capaz de transmitir calma con su sola presencia.
¿Es que acaso los humanos realmente tienen alguna clase de poder?
¿Será posible que haya algunos afortunados con alguna cualidad especial?
Por siglos, humanos han trabajado en su reino, y sin embargo en ninguno había detectado esta peculiaridad.
Cubre a la joven lo más posible con esa cobija que la envuelve y antes de marcharse toca su cabeza, como si realmente ella fuera consciente de esa momentánea despedida.
Ver las estrellas, además del sonido y el movimiento del mar, surcar los océanos, la lectura y una buena pelea, forman parte de las pocas cosas por las cuáles podría encontrar placer en esta existencia sin sentido, designada a resguardar el orden del océano.
Han sido varias ocasiones en las cuáles ha recorrido el mundo en su totalidad, ha visto diferentes culturas en diferentes épocas, ha analizado su evolución o retroceso como comunidad, ha entablado amistad con otros seres sobrenaturales, pero realmente poco se ha detenido a convivir con otras especies, especialmente la humana, que si bien ha dejado varios legados escritos que son interesantes, no conoce más allá de las descripciones que algún documento le puede proporcionar.
Si realmente desea cumplir sus propósitos, Jin podría ser de ayuda.
Convivir con ella podría resultar al final benéfico de alguna manera, además sería la mejor manera de restregarle en su desagradable cara a Kyuki, que Jin no es un mal presagio.
¿Cómo podría ese bello rostro serlo?
Kirinmaru retira su mano de la cabeza de la joven, y ahora que enfatiza su mirada en su rostro, aprovechando que ella duerme, debería analizar esa cicatriz, cuyo color y forma le parecen extraños.
Pero a punto de tocar su rostro unos minúsculos pasito sigilosos son audibles.
La pequeña ardilla, que había permanecido escondida, ahora camina erguida, colocando sus dos patas 'de puntitas', dando pasos suaves y lo más extensos posibles para salir pronto de ese lugar.
No quisiera convertirse en un aperitivo del Rey.
Kirinmaru se aparta de Jin y se dispone a salir de la habitación, mientras el corazón de la ardilla ahora parece ser el de un colibrí.
El Rey Bestia no dice nada, sólo frunce el ceño y un resoplido de disgusto emana de su pecho.
Por esta vez se salvó, pero es mejor buscar refugio en otro lugar de la embarcación, donde el Rey no pueda verle o es ardilla frita.
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El nuevo día aclara y aunque es momento de despertar Jin se rehúsa a hacerlo.
No quiere abrir los ojos, está demasiado cómoda.
Los recuerdos no tardan en llegar a su mente y la hacen sonreír. Pensó que las cosas saldrían mal, pero el plan de la ardilla fue perfecto, además el señor Kirinmaru, como el magnífico caballero que es, cumplió su palabra y no se enojó por su presencia.
Jin sonríe, estirando sus brazos nuevamente. ¡Vaya! Quién diría que al final el suelo de la embarcación fuera tan cómodo.
Sin abrir sus ojos estira su cuerpo y da un giro hacia su lado izquierdo, a sabiendas de que el señor Kirinmaru se encotraba en el lado opuesto. ¡Esto es sensacional!
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Un destello de luz
FanficLa vida del Rey Bestia del Este podría resumirse en dos palabras: batallas y poder. Luego de casi 1500 años Kirinmaru vuelve a Japón para reclamar sus dominios marítimos, pero un inesperado encuentro desencadenará una serie de sucesos que jamás imag...