29. El pasado ya no está aquí

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Semanas atrás el no recordar nada respecto al tiempo anterior a despertar en el camarote de esa embarcación, no saber nada sobre si misma, ni siquiera su nombre, su edad, cómo llegó allí o cómo conoció al señor Kirinmaru, era frustrante para Jin.

Pero ahora que su mente parece haber recordado algo no puede sentirse tranquila o feliz.

Ese sentimiento de soledad y angustia, el dolor tanto interno como externo, sin tener muy claro cuál dolía más, el no encontrar a nadie cerca suyo, todo era en verdad muy deprimente.

Además al cerrar sus ojos e intentar dormir esos episodios volvían y se sentían tal cual ocurrieron en el sueño. Y lo peor es que el sentimiento no difiere demasiado de cómo se siente ahora. Desearía que el señor Kirinmaru estuviera a su lado, y al menos con sus sabias conversaciones la haría olvidarse por un momento de todo lo malo; pero continúa temerosa de que al confirmar que ella ha recordado establezca un día, una hora para que ella regrese a ese lugar llamado Japón.

Esta es la segunda noche en que procura mantenerse alejada de todos, incluso ha evitado hablar con la señorita Kyuki para no cometer ningún error que pueda delatarla. Pero no puede negar que muere de ganas por preguntar si es que acaso el señor Kirinmaru ha dicho algo respecto a sus lecciones.

Es verdad, tampoco lo ha vuelto a ver a él, de hecho ni siquiera ha salido del camarote y su contacto con el exterior se limita a ver desde la ventana de esa habitación, las nubes y el movimiento del mar.

Pero esta noche que parece más iluminada que las demás, quisiera salir a tomar un poco de aire fresco, lo necesita. Es por ello que Jin abre sigilosamente la puerta del camarote, echando un vistazo, cerciorándose de que no haya nadie cerca.

No es que se esconda de los señores peligros, por supuesto que no, pero ellos son tan serios que probablemente se molestarían si ella está allí cerca suyo sólo haciendo estorbo.

Con mucha precaución y haciendo el menor ruido posible, Jin sale al fin del camarote. El viento golpea con ligereza su rostro, y su cabello se mueve tenuemente, al compás de cada oleada de viento.

El cielo se ve bellísimo y añora demasiado aquellos días en que ella y el señor Kirinmaru salían a contemplar el firmamento, terminando casi siempre recostados en el suelo de la cubierta, con ella dormida pero feliz de escuchar todas las cosas que el señor Kirinmaru tenía por decir.

Ya lo ha dicho antes, él es un hombre muy inteligente, tanto que a veces cree que conoce todas las cosas del mundo.

Extraña mucho su compañía, su voz, e incluso su mirada. Inevitablemente sonríe, pues al recordar cómo su ojo la veía o cuando su voz se escuchaba cerca suyo, su corazón comenzaba a latir con mucha fuerza mientras sus manos, sus piernas y todo su cuerpo parecían temblar sin que ella pudiese tener control sobre ello.

Además esa sensación en su pecho cuando estaba cerca suyo era inigualable. Era una mezcla de temor y alegría infinita.

Pensando en todo esto la joven se encamina a estribor y camina lentamente, recorriendo el trecho que la llevará a la proa.

De pronto se detiene y eleva su mirada, contemplando las grandísima cantidad de estrellas que hoy cubren el firmamento. Esto le causa algo de nostalgia, pero también le brinda cierta tranquilidad.

La joven ignora que al exterior de una de las habitaciones del último piso de la elevada construcción sobre Tekkousen, un hombre la observa.

Comenzaba a fastidiarse de beber y centrarse más en pensar en torno a la situación de Jin, de él, de lo que puede pasar una vez que ella le confirme que ha recordado todo, o al menos la peor parte de su interacción inicial.

Un destello de luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora