11. La ley del hielo

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Después de ese "regaño" Jin optó por aplicar la ley del hielo a ese hombre gruñón. Además, ¿Para qué le hablaba? Si ni siquiera tenía la amabilidad ya de contestar sus preguntas. Incluso duda si realmente escuchó todo lo que le dijo con tanta emoción.

¡Y ella que pensó que podía confiar en él! Que era una persona paciente y buena. No debió hablarle de algo tan personal como su deseo de poder escribir su nombre... ¡Es un grosero!

Si, si lo es, porque también dijo que sus duraznos eran poca cosa, cuando realmente son lo más delicioso que ella ha probado en su vida.

Aún así no puede negar el hecho de que él ha sido por mucho más amable que la gran mayoría de personas que ha conocido a lo largo de su vida.

Su espalda comienza a doler, o quizá es hasta este momento que se encuentra descansando, que enfoca su atención en esa zona de su cuerpo. No tiene idea de cómo luzcan sus heridas, espera que al menos ya no sangren... Recuerda cuando vivía con su familia y ante cualquier herida o golpe, su madre siempre tenía la medicina perfecta. Sus obligaciones entonces eran nada en comparación con los deberes que debe cumplir a diario en el Palacio del Emperador y que no toleran ninguna equivocación.

De pronto tiene ganas de llorar, extraña tanto a mamá y papá... Pero sólo toma aire y deja escapar un fuerte suspiro lleno de nostalgia mientras contempla este hermoso cielo rojizo. Seguro desde donde estén ellos son felices al ver que cumplió uno de sus más grandes anhelos desde hace años: comprobar la existencia del mar.

Ese hombre sigue callado, y de verdad empieza a creer que no le gusta conversar y por eso no tiene amigos, o quién sabe, tal vez lo que en realidad ocurre es que ella no le agrada.

Suspira de nuevo, la verdad no le sorprende. A estas alturas de la vida duda que exista alguien que realmente sienta simpatía por ella. Lo cierto es que ella tampoco tiene muchos amigos.

Ahora que lo piensa, ¿Por qué él tendrá el cabello de ese color? Su rostro también es muy peculiar, se pintó unas líneas para verse más malo y se pregunta si todo su clan hará eso. ¿Se parecerán? ¿Tendrá familia?

También usa un peinado extraño y tiene un ojo muy bonito.

Momento.

¿Será que le falta el otro ojo? ¿Por qué se cubre?

¡Ay no! Pobrecito, no debería de ser tan mala con él. Quizá por eso tiene mal humor, sólo ve la mitad de las cosas.

Y la verdad Jin sentía un enorme deseo de decirle cuán bonito se veía el atardecer desde este lugar, pero está enojado y si sólo ve la mitad lo hará sentir mal.

"Discretamente" cierra su ojo derecho, dándose cuenta que no, todo se ve normal, sólo que el panorama ya no es amplio, sino más reducido. Suspira de nuevo, ya que de algún modo se siente más tranquila porque él ve bien, pero igual eso no le quita lo gruñón.

Antes del anochecer Jin se queda dormida, recostada sobre la arena, a pocos metros de él, en la posición más incómoda que jamás haya existido. Incluso Kirinmaru volteó a verla en repetidas ocasiones sintiendo él mismo adolorido su propio cuerpo.

Su posición era muy peculiar: se encontraba sentada, con sus piernas flexionadas, acomodadas hacia un costado. Ella, callada al fin, contemplaba el atardecer mientras suspiraba sin parar, pero de pronto cayó hacia el frente.

Kirinmaru incluso tuvo que analizar el lugar con sus sentidos pues parecía que un dardo envenenado de alguna tribu salvaje la había hecho caer. Ni siquiera metió las manos, de hecho sus dos manos estaban hacia atrás. Pensó que estaba tratando de llamar la atención pues no demoró más que algunos minutos en mover su cabeza que se encontraba de frente a la arena. Pero la giró al lado opuesto de donde sus piernas se encontraban. La verdad es que parecía que había sido víctima de una feroz batalla donde sus huesos resultaron fracturados.

Un destello de luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora