19. No confíes en nadie

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Mientras corre tras el hermoso zorrito de piel rojiza, con tres colas, Jin se detiene por un instante y siente una fuerte punzada en su cabeza, tan fuerte que un alarido de dolor escapa de su boca mientras siente que podría en cualquier momento desfallecer.

Una extraña imagen aparece en su mente pero... Confundida voltea a ver a su alrededor, intentando desesperadamente recordar. ¿Estuvo antes aquí? ¿Por qué esta sensación?

Esto de no recordar absolutamente nada, por momentos es la angustia más desesperante.

En verdad desea recordar, pero cada vez que lo intenta siente un fortísimo dolor taladrando su cabeza.

¿Cómo era su vida antes?

¿Será que se llevaba bien con el señor Kirinmaru? ¿Habrán sido amigos desde hace mucho?

Con tristeza suspira, tratando de soportar ese dolor. No, el señor Kirinmaru dijo que la encontró herida. Aunque podría ser posible que no quiera decirle toda la verdad y en realidad ella vivía antes aquí con él... O tal vez no.

Desde que llegó a China y vio esta construcción tiene el presentimiento de que no es la primera vez que está en un lugar tan grande y majestuoso. Puede jurar que ha visto las inmensas puertas abrirse antes, que ha caminado por pasillos similares, incluso que ese momento en que posó sus pies en este lugar y sus huellas se borraban con el agua del mar, es algo que ha ocurrido antes.

Esta situación a veces la pone triste. De pronto todo es completamente nuevo con extrañas sensaciones, corazonadas de que algo ya había ocurrido. Pero quién sabe, tal vez luego recuerde, lo importante por ahora es que él...

Él...

Recién se da cuenta de que ya no hay nadie cerca. ¿A dónde se fueron todos?

¡No puede ser! Había tantas personas o demonios, todos ovacionando al señor Kirinmaru, alegres por su regreso, todos caminaban tras él... Y ahora no hay nadie, absolutamente nadie cerca.

El zorrito aúlla llamando la atención de Jin, y de inmediato ella recuerda que corrió tras él, al verlo tan bonito, con ese pelaje tan brillante y suave a la vista quiso acariciarlo y perdió de vista a todas esas personas o demonios para ir tras él, pero no era para tanto, no sintió que se alejara demasiado.

¿Y ahora?

¿Quién podrá defenderla?

Empieza a sentirse preocupada, asustada quizá. Aunque la verdad esa sensación no puede aterrarla por completo, pues cada lugar que vea será completamente nuevo para ella, y verdaderamente nada podría ser más aterrador que verse en medio del mar sin saber cómo llegó allí, incluso sin saber quién era ella misma.

Quizá el animalillo puede entender su preocupación y por eso se detuvo y la llamó para posteriormente acercarse a ella. Jin sonríe y se sienta en cuclillas acariciándolo, es tan suavecito como lo imaginó.

—¿Tú sabes dónde estamos? —cuestiona la joven, esperando una respuesta.

El zorrito la ve con curiosidad, como si analizara sus palabras. Pero parece que no es como el toro y el jabalí que hablan, pues no contesta ni dice nada, sólo lanza chillidos tenues.

...

A punto de llegar al lugar donde siempre se reúne con soldados, guardias, mensajeros o cualquier subordinado, Kirinmaru se detiene y gira su vista hacia atrás. Parece estar buscando a alguien con su mirada.

La gran legión de sirvientes que le seguía poco a poco se dispersó, pues cada uno debió reintegrarse a sus labores de inmediato, sólo quedaron los encargados de los asuntos políticos y bélicos. Claramente Jin no figuraba entre ellos, pero es extraño puesto que ella no conoce el palacio y evidentemente no sabe a dónde ir.

Un destello de luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora