25. Hermosa y letal

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Por varios siglos, en cada viaje realizado por motivos meramente políticos, el proceder era el mismo.

Konton tenía el deber de informar al Rey Bestia en torno a la ubicación exacta del navío, así como agendar algunas visitas a otros lugares que no desviaran demasiado el trayecto principal, siempre y cuándo éstas fueran estrictamente necesarias.

Aunque el recibimiento en cada una de las naciones que visitaba era con creces el mejor y los habitantes se esforzaban por dar una bienvenida digna al Emperador del Mar, lo cierto es que estar rodeado de presencias que le veneran como si de un Dios se tratase, era molesto y cansado, por ello prefería evitarlo.

A decir verdad, todo eso, incluso este viaje, no eran más que meras ceremonias sin mucho sentido. Bien podría hacer uso de su poder mágico y guiar la embarcación sin ayuda de nadie. O simplemente podría utilizar ese poder que aprendió y aparecer en aquella nación... Pero como lo ha dicho anteriormente, tras siglos, más bien milenios existiendo, siempre es bueno encontrar algún distractor.

Para resguardar el orden del océano, procurar la paz en las costas era primordial, y por tanto, quisiera o no, debía mantener comunicación con los seres vivos que allí se encontrasen, sin importar la especie.

Claro que podría prescindir de ello, pero de hacerlo se desencadenarían probablemente rebeliones y conflictos bélicos donde los únicos que perecerían serían esos tontos rebeldes que ocasionaran disturbios.

Deberían estar sumamente agradecidos por su amabilidad.

Aunque lo haya hecho en algunas ocasiones, asesinar a criaturas que no están ni siquiera dentro de un porcentaje decente respecto a su nivel de pelea, era más una molestia que un distractor.

Estas reuniones sin sentido con su tripulación eran también justamente eso, una forma de atenuar el paso del tiempo.

Realmente ignora con exactitud cuántos viajes como este ha realizado antes. Pero en esta ocasión, algo que no puede negar, es que en este viaje el transcurrir del tiempo era por mucho diferente a otras ocasiones.

¿Cómo era posible que romper el silencio que siempre procura y al cual está demasiado acostumbrado, pudiera resultarle incluso agradable?

Mientras Kyuki da lectura a algunos documentos, que realmente no le importan, pues el contenido casi siempre es el mismo, con ligeras variaciones, Kirinmaru enfoca ligeramente su mirada hacia la silla vacía que se encuentra a su costado izquierdo.

El tener a esa criatura a un layo suyo, con desbordante emoción en su mirada, en su voz, en sus palabras, incluso en sus tímidos y nerviosos movimientos, tan extraños como gratificantes, fue un hecho que no puede pasar desapercibido.

Honestamente, a lo largo de su existencia, poco ha puesto atención en la especie humana, pero las mujeres con las cuáles ha interactuado en mayor o menor medida, no parecen sorprenderse ante el hecho de tener un libro, un pergamino o un documento entre sus manos.

Desde que Ts'ai Lun inventó el papel, incluso desde que la escritura se hacía sobre seda y bambú, podría afirmar que las mujeres, por mayor que sea su preparación, pueden llegar a ser toscas cuando lo plasmado allí no es de su agrado o interés.

No es de extrañarse entonces que le llamara tanto la atención esa emoción y esa delicadeza con la cual Jin tocaba con sus pequeñas y frágiles manos cada página.

¿Cómo era posible que la misma muchacha torpe que derramó dos porciones de té pudiera tener tanta sutileza en sus manos?

Bueno, no.

Esas manos también podían llegar a ser demasiado rudas si lo piensa mejor. Porque cuando se aferra a él con todas sus fuerzas podría ser capaz de romperle las costillas en el mejor de los casos... O hacerlo morir por asfixia.

Un destello de luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora