23. Estrella fugaz

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Esto definitivamente no era usual y mucho menos correcto.

Pensar en ella incluso antes de zarpar, no poder apartarla de su mente en todo el maldito día, sentirse por momentos molesto, pensar si ella la estará pasando mal, si realmente desde Shengshan Jin desearía estar ahora con él, si está triste por su ausencia o feliz por tener ropa nueva.

Molestarse con ella al punto de querer culparla por este mal humor que lleva a cuestas, a sabiendas de que lo único que realmente debería sentir es pena por abandonarla nuevamente a su suerte, después sentirse incluso agraviado por el hecho de que ella pudiera marcharse mientras él se encuentra ausente.

Volver a Shengshan y no encontrarla podría ser complicado de asimilar, y no entiende por qué esa muchacha le causa estos problemas, estas distracciones de tal magnitud... Después de todo sólo es una pueblerina que por descuido se cruzó en su camino.

Si se hubiese dado cuenta a tiempo de su presencia, si hubiese desaparecido de allí antes de que ella pudiera acercarse, no estaría entonces aquí, de mal humor, deseando en más de una ocasión dar marcha atrás, trasladarse a Shengshan sólo para cerciorarse de que ella se encuentra bien.

Al cerrar tras de si la puerta de la habitación que ahora ocupa Jin, no pudo evitar permanecer unos instantes allí, y fue inevitable no escuchar esos sollozos de la joven.

No entiende a ciencia cierta el por qué ella tiene tanto apego hacia él, de hecho le parece extraño e incomprensible y es por ello que ha procurado mantenerse un tanto distante de ella.

No debería permitir esta clase de distracciones, pero es que incluso estar allí en el camarote le resultaba de algún modo incómodo.

Todo le recuerda a ella.

Es inevitable al recostarse en su cama, no pensar en el tiempo que la vigiló, cuando ella despertó e intentó atacarlo, todo lo que ocurrió, esa culpa que sintió y siente al recordar su cuerpo cubierto de heridas, el hecho de que a causa de ese golpe su rostro haya quedado marcado con una cicatriz que no atenúa su color y que ella no recordase ni su propio nombre, todo eso lo hace sentir un vil miserable.

A punto de quedarse dormido, o estando ya dormido quizá, un sonido le ha despertado, algo que parecía ser un estornudo.

Decidió ignorarlo, pues seguro esto es consecuencia de haber bebido a lo desgraciado como un vil animal. Sin embargo un nuevo sonido le despertó y le inquieta que sea algo similar al chillido de una ardilla.

¿De dónde demonios salió una ardilla?

Está seguro de que en todo Shengshan no hay una sola ardilla.

Esto ya no era algo derivado de su etílica imaginación, realmente ni siquiera está ebrio aunque quiera fingir que sí. Tendría que beber por días o incluso semanas para estar verdaderamente borracho, así que lo más sensato es enfocar sus sentidos y descubrir de qué se trata esto.

De golpe se incorpora en la cama y escucha un tenue chistido.

No había puesto atención a ese extraño equipaje que se encuentra arrinconado en esa esquina.

Sentado en la cama, aún con poca claridad, Kirinmaru observa a su alrededor, inspeccionando cada rincón de su camarote, convencido de que esos sonidos son completamente reales.

Lo único que él procuró llevar consigo fueron sus armas y algunos documentos. Otras cosas triviales como ropa, armaduras, alimentos, sábanas o cosas de aseo personal, eran empacadas por la servidumbre, entregadas a alguno de los cuatro peligros para que las dejasen allí dentro de su camarote, pues no todo mundo tenía el 'privilegio' de ingresar a sus aposentos, sea en el navío o en su habitación en Palacio Laozi.

Un destello de luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora