13. Un lugar seguro

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Realmente se sentía estúpido, sabía que esta era una pésima decisión. ¿Desde cuándo se deja llevar por esta clase de impulsos momentáneos? Debió ignorar todo lo concerniente a ella y hacer otras cosas que tenía previstas.

La había buscado ya por un largo rato. Sin que su búsqueda diera resultados positivos, Kirinmaru opta por volver al barco. Seguramente ella está en algún lugar, a salvo, camino a reunirse con los suyos.

Jura que jamás volverá a hacer caso a esos impulsos fugaces, pues sólo le hacen perder el tiempo y actuar como un completo imbécil al preocuparse por alguien que seguramente ya ni recuerda que se encontraba en la costa el día anterior.

Pero esto le causa cierto conflicto interno que no comprende. Realmente, ¿Por qué le afecta esto? Si sólo es un suceso sin importancia alguna.

Vuelva a baja altura, a poca velocidad... Quizá el motivo sea un poco el desánimo que le causa haber perdido el tiempo.

En efecto, perdió el tiempo de innumerables maneras, desde el momento en que contemplaba el océano con esa inquietud de regresar a Japón. Allí comenzó esta ridícula sátira.

El hecho de no poder enfrentarse a Inu no Taisho, el motivo tan ridículo por el cual pereció, luego ser herido por un ejército de soldados de bajo poder, haber sentido la humillación de que una niña débil quisiere ayudarlo, tener que soportarla por tanto tiempo y estar como un completo estúpido buscándola ahora. ¿Con qué maldito fin?

Debió haberla dejado inconsciente en aquél lugar, o bien alejarla sólo unos cuántos metros, ocultarla entre los arbustos hasta que recobrara la conciencia y entonces ella hubiese vuelto a sus rutinas cotidianas.

Si bien su vida no parece tener nada de interesante, la poca o nula educación y la explotación laboral de la cual es víctima... Kirinmaru gruñe con disgusto.

¡Maldición! No es su asunto, no debe prestarle importancia.

No es la primera muchacha en esa situación, no es tampoco la única, ni será la última.

No andará como un Mesías pregonando lo correcto y lo errado, ni ayudando a cuanto ser en situación desfavorable se cruce en su camino.

Si tan sólo se hubiese percatado de la débil presencia de esa muchacha entonces se habría marchado de inmediato de aquél lugar, habría llegado a su barco, beber un buen vino mientras tomaba un relajante baño, leer un libro interesante mientras da tiempo a que sus heridas sanen y posteriormente, una vez en China, reparar su armadura y preparar sus armas para retirarse a combatir una vez más.

Debe tomar nuevamente el control de los mares del este de Japón, de ese modo toda esta extensión marítima que se encuentra entre ambos países será dominio suyo.

Podrá entonces navegar cerca de su reino, incluso sin un rumbo determinado... No, eso no es malo, pues de verdad le gusta surcar el mar con Tekkousen.

El relajante sonido, el movimiento de las olas, las estrellas en la oscuridad... Si, en unos meses más cumplirá su objetivo.

De pronto un aroma llega a sus fosas nasales... Es sangre, sangre humana.

La muchacha humana... Está seguro de que es ella.

Un tanto alarmado desciende buscando la ubicación exacta de ese aroma. No hay más presencias humanas en los alrededores, al menos no en un amplio radio de la costa, por eso está completamente seguro de que se trata de ella.

Pero esta vez sólo va a cerciorarse de que la muchacha esté consciente, si es así simplemente se retirará sin que ella se de cuenta de su presencia, no quiere verla llorar o volverla a escuchar con sus anécdotas irrelevantes y preguntas sin sentido.

Un destello de luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora