LIBRO PRIMERO Capitulo 1

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En un movimiento rápido logré tomar la mano de Cedric, mi mano desocupada apunto hacía la copa y pronuncié un Accio, un destello salió de mi varita y logramos aterrizar en el bosque.
El ambiente se sentía diferente, era liviano y la temperatura estaba mucho más baja que la del bosque prohibido. Mis alarmas se dispararon en cuanto me recompuse, pues no estábamos en el Hogwarts como supuse, era otro lugar, uno completamente diferente a lo que solía conocer.

Inconscientemente mi cuerpo tomo posición de duelo, si antes nos habíamos enfrentado a colagusano no faltaba mucho para algo peor. Estaba segura que esto no era parte del Torneo, pero sea lo que fuera no debíamos estar en este lugar.

Aún sujetaba la mano de Cedric, pero está vez con mayor fuerza. El intentaba con desesperación decirme algo, sin en cambio lo escuchaba casi inaudible, más bien, lejano.
Mi vista se aparto de el y se centro en el paisaje y lo frío que estaba el ambiente. Estaba helado. Y por alguna razón, mi abdomen era el que más sentía la temperatura.
Mi mente comenzó a divagar, el piso se movía y tenía demasiado sueño. Mi varita ahora estaba en el suelo, ¿Cómo había llegado ahí? Seguia sin entender la preocupación de Cedric, ¿Estaba todo el orden?
Pose mi mano desocupada en mi estómago, encontrándome con un líquido caliente y de aspecto rojo, rápidamente caí en cuanta que el último hechizo lanzado por Colagusano se había colado en mi cuerpo.
Cedric intentaba curar mi herida con desesperación mientras pronunciaba repetidas veces, "Quédate conmigo"

Mi vista comenzó a tornarse nublada gracias a la perdida eminente de sangre, lo último que escuche de parte de Cedric fue un "Estarás bien"

Abrí los ojos poco a poco, ya que la luz cegadora que se filtraba por las ventanas me lastimaba por completo. Al recobrar la vista no pude evitar alterarme cuando ví todo blanco, creí que había muerto. Inmediatamente sentí una mano en mi hombro intentando tranquilizarme y de paso evitar que me levantará ante mi repentino comportamiento. Levanté la mirada hacía aquella persona dándome cuenta que seguía siendo Cedric, quien a su vez me había traído a un... ¿Hospital? Eso explicaría las paredes y techo blanco. ¿Porque siempre blanco? Tantos colores y elegían siempre un color deslumbrante, exelente idea.

La puerta de la habitación se abrió de repente, dejando ver a un semi Dios caminar con un porte elegante. Era jodidamente guapo. Nos sonrió al encontrarnos con la mirada. Sus pequeñas facciones tan finas, dignas de la realeza destacaban a kilómetros. De no ser por Cedric habría creído que en verdad me encontraba en el paraíso y el hombre de blanco era un ángel.
Podía admirar sus rasgos todo el día, y el describirlas probablemente me llevaría un par de horas, por lo perfecto que parecía.

Se acercó un par de pasos más, miró a Cedric extrañado, como si lo hubiera visto antes, aunque normalmente no miras a las personas de esa manera la primera vez. Al estar lo bastante cerca pude notar unos hermosos ojos dorados que acompañaban su rostro ¿Acaso no podía ser más perfecto? Mi mirada recorrió con detenimiento al hombre, deteniéndose en el gafete que colgaba de su bata, tenía un nombre o más bien apellido, C. Cullen.

– Me alegro que haya despertado. – Que voz tan melodiosa, podría escucharla todo el día y jamás cansarme. – Soy el Dr. Carlisle Cullen y estaré a cargo de su recuperación, señorita...?

– Dorian. – Respondí. Que tonta soy ¿Debía dar mis datos personales? Papá me habría dado un golpe por eso.

– Bien señorita Dorian, me haría el favor de descubrir su abdomen. – Sentí un calor esparciendose de mi rostro hasta mi torso, ¿Qué demonios me estaba pasando?

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