Capítulo 4

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¿Como expresas tus emociones en un lugar desconocido, rodeado de personas que apenas conoces? Mi mente estaba en un debate con mi corazón. Extrañaba a mi familia, extrañaba a mis amigos, extrañaba a cualquier persona cercana a mi. Mis emociones eran un montón de Snitchs volando a todas direcciones sin rumbo fijo, ¿Cómo las controlaba? Y sobre todo, ¿cómo las demostraba? había aprendido de todo gracias a mi familia, pero nunca me enseñaron a demostrar mis emociones, "Eran debilidades y un Grindelwald no las muestra" decía mamá. ¿Qué debía hacer? Llorar en silencio era la opción más viable.

"Los sentimientos te hacen debil" mamá me lo repetía cada que intentaba ser cariñosa o hablar con ella. Nunca fui una hija deseada y eso siempre lo supe. Mis padres se juntaron para mantener el linaje de sangre, algo que era muy común en familias puristas.
No nos relacionamos con muggles "Para no exponer nuestra naturaleza" "Eso les asusta" y tenían razón en esa última. Las personas no están preparadas para personas como yo.

Mi infancia la viví como un adulto, no tenía amigos, no salía de casa y mi única distracción era leer un libro y practicar algun idioma cercano o algún instrumento musical "Eso era digno de personas refinadas." y yo era una de ellas, según mamá.
Era una prisionera en mi propia casa. Los únicos niños que conocía de mi edad los conocí por bailes o fiestas que realizaban las familias "sangre pura" No tenía tiempo de hacer amigos, tenía que buscar marido. Mis únicos amigos eran Emma y Theo, también consideraba como mi amigo a Krecher, el elfo doméstico de la familia Black, pero pocas veces lo veía y cuando era así se alejaba. Tenía prohibido acercarme a ellos o hablarles.

Papá intentaba ser un buen padre, mamá era la que lo corrompía. Ella siempre quiso casarme con alguien de mi altura, Malfoy, -que era uno de los mejores apellidos y mejores familias con dinero- era la mejor opción para mí. Papá solo se repetía que era por mi bien -y hasta cierto punto lo era- no quería perderme y esa era su única opción para mantenerme cerca.
Cuando yo saliera de Hogwarts, Draco Malfoy pediría mi mano a mis padres y ellos se la darían. A ellos les convenía mucho más, no solo serían respetados, serían parte de la familia Grindelwald. Mi apellido intimidaba tan solo pronunciarlo, era demaciado temido por el mundo mágico gracias a mi abuelo, quien horrorizó a todas las personas que pudo, tanto mágicas como no mágicas.

En cierto modo, me alegraba estar aquí, solo por mamá. Pero extrañaba a mi padre, era una persona buena que nació en la familia incorrecta, ese era su error y el mismo error que yo cometí.

Y todo eso me regresaba al inicio. Me sentía una extraña y en cierta manera lo era, pero una de las mejores cosas que pudieron enseñarme era nunca agachar la cabeza cuando me sintiera insuficiente.

Este día ya estaba planeado, era Sábado por lo que vería el canal de deporte junto a Charlie, Billy y Jacob. Cedric saldría con los Cullen, no sé a donde, solo sabía que regresaría tarde.

Billy y Jacob ya habían llegado desde hace rato, pero me aparte de ellos porque no entendía muy bien las reglas y me aburrió verlos gritar a la pantalla. Veían el partido como si sus vidas dependieran de ello, me recordó a los Gryffindors y Slytherins cuando compiten en Quidditch. Era gracioso verlos.

Me encontraba en la cocina sirviendo un vaso de agua para calmar mis locos nervios, verlos gritar y enojarse con la tele era agotador.

– Ho-hola – no me di cuenta de su presencia. Comencé a recordar todo lo que había hecho y lo que había dicho mientras estaba en la cocina, me avergonzaría si me vio hacer algo ridículo.

– Que hay... Jacob, cierto?

– Así es, amm.. solo venia por otra cerveza para mí padre.

– Adelante – me hice a un lado para que la tomará de la nevera.

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