Pasar tiempo con Edward era gratificante, podíamos hacer cualquier cosa como platicar, salir a algún lugar o tan solo con pasar el rato en silencio como grandes amigos y sentíamos agusto con la presencia del otro.
El primer lunes que decidimos sentamos juntos no fue una buena idea, recibimos regaños por parte del profesor de música, por estar hablando desde el comienzo de la clase. Éramos como los amigos de toda la vida que habían dejado de verse un tiempo y aprovechaban cada minuto de su reencuentro para ponerse al día. Por supuesto que esto no fue del agrado del profesor, la gota que colmo su paciencia fue cuando Ed soltó una carcajada cuando una bola de plastilina aterrizó en el rubio cabello de Rosalie, así que su mejor opción fue sacarnos a ambos de su clase. Algo tranqui.
Ninguno de los dos tenía ganas de entrar a las demás clases, así que fuimos a su automóvil a seguir nuestra interrumpida conversación. Pasamos el rato hablando de todo tipo de cosas, como simples pasajes de la vida, nuestras cosas preferidas, o los nuevos libros que comenzamos a leer, la conversación era tan fluida que no nos dimos cuenta que ya habían terminado las clases.
Para ser sincera ya era normal para todos vernos juntos. El primer jueves que nos vieron compartir mesa en una clase pensaron que salíamos, esto lo descartaron automáticamente cuando un alumno me vió en Port Angeles coqueteando con una persona mientras Edward estaba a mi lado. Así que si, nos consideraban amigos, buenos amigos.
No mentiré diciendo que nuestra química era la mejor de todas, no, chocamos en cientos de aspectos, pero lo podíamos sobrellevar.
Nuestro humor era el mismo, bien ahí. Nuestra afición por los libros era de las cosas que más compartíamos. La música no lo era, teníamos una definición completamente distinta respecto a lo que era bueno, el venía de otra época y yo de otra bastante diferente. Pero a ambos nos gustaban los animales, talvez de diferente manera cada uno, pero algo era algo, sea bueno o malo.
Somos tan parecidos pero tan distintos a la misma vez, más bien era como.. cuando dicen que los polos opuestos se atraen, bueno así nos sentíamos. Habíamos congeniado tan bien que aún me sigue sorprendiendo.– ¿Qué tal Eric, Angela? Es… listo – en nuestros tiempos libres nos gustaba criticar a los adolescentes que pasaban frente a nosotros. – Suena a tu tipo. Y también parece que te gusta.
– Yo…? Claro que no. – La castaña se sonrojo reafirmando lo que venía pensando hace tiempo. Le gustaba.
– Talvez este equivocada, pero la forma en que lo miras es de alguien enamorado – por si no me entendía, pronuncie cada sílaba lo más lento posible.
– No digas tonterías - habría dejado por sentada la conversación, pero el rubor en sus mejillas se pinto de un rosa más fuerte, delatando la por completo.
– Si no te gusta, ¿Por qué tan nerviosa? – La cuestiono Edward, siguiendo el juego "poner nerviosa a Angela" – Estás enamorada. Llámame mentiroso pero si no lo estás, entonces Eric corre grave peligro, o ¿Es normal buscar todo el tiempo su presencia, Dorian? – me apoyó Edward.
– Por mi bien y el de el, creeré que es completamente normal. – ahora todo su rostro estaba color rojo, bingo.
– Bueno, talvez, SOLO talvez me guste un poco.
– Si a eso llamas un poco no quiero ni imaginarme cuando estés enamorada.
– Deberías invitarlo a salir, antes de fin de curso – la reto Ed.
– No creo que yo le guste. – Sus ánimos bajaron tan de repente.
– ¿Ya se lo preguntaste? – sugerí.
– No.
– ¿Tan fácil sacaste una conclusión sin haberlo consultado antes? Angela, cariño. Talvez yo tenga miopía pero tú estás ciega de pies a cabeza.
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Otro Universo
FantasíaCedric y Dorian llegan al frío Forks por accidente, un lugar parecido al suyo. Intentarán regresar a casa lo más pronto posible, su mundo podría estar en graves problemas. ¿Regresarán al Londres que conocen? ¿Qué pasará con ellos? Los personajes pe...