One Shots Y Mini Historias Yaoi (TERMINADA)

MidoTaka (Kuroko no Basket)

Midorima Shintaro un aficionado al horóscopo y la buena suerte, se ha sentido en situaciones críticas, todo gracias a Takao Kazunari.

El As de Shutoku llevaba varias semanas notando detalles importantes de Takao su compañero de equipo y puede decir que hasta amigo, obviamente iba a notarlo más que otros por el simple hecho de que Takao estaba pegado a el como una garrapata, pero aún así habían detalles que nadie más que el sabían, como el hecho de que tenía una hermana menor, igual que el, o que sabía hacer una voltereta hacia atrás, no pregunté cómo lo supo, ni el mismo Midorima sabe cómo se enteró de ese detalle.

El peli verde estaba preocupado recordaba hasta los chistes del azabache y eso no era muy propio de él, y peor aún se había empezado a fijar en sus expresiones, toda expresión que Takao hiciera las recordaba con lujo de detalles e incluso las encontraba extremadamente hermosas, las estaba empezando a admirar como no lo había hecho antes y eso le preocupaba.

El As busco desesperadamente ayuda en internet, en ese mundo busco sobre cómo saber que era gay, incluso consultó su carta astral para saber cómo le va ir en el amor, descubriendo que cada día más se sentía identificado con el horóscopo, pero eso en éstos momentos no era lo importante.

Lo verdaderamente importante es que a mitad de su ya segundo año de instituto Midorima Shintaro se daba cuenta de que posiblemente le gusta su primer y único amigo en el instituto, y eso le representaba un gran conflicto al peli verde porque en sus gustos el siempre tenía en mente a una mujer de buena familia, con costumbres tradicionales, con clase, sería, callada y unos años mayor que el; pero por algún motivo terminó con alguien totalmente opuesto, Takao era ruidoso, arriesgado, bromista, sarcástico, parecía un niño pequeño, uno muy lindo por cierto.

Midorima no sabía cómo siempre que pensaba en lo que el consideraba horribles defectos en Takao, terminaba encontrándolos atractivos, era una tortura para su frío corazón y para su calculadora mente.

Tan grande era su sufrimiento que su pequeña hermana menor y su madre se vieron obligadas a ayudarlo, a enseñarle que uno no elige de quién enamorarse, simplemente pasa, nadie debería decidir de quién enamorarse, simplemente debe dejarlo fluir; un sabio consejo que a Midorima lo hizo entrar en razón, además sin necesitarlo o plantearlo mató a todos pájaros de un tiro, le contó a su madre y hermana lo que sentía, quien le gustaba y de paso soluciono sus problemas, con su padre ya hablaría, lo importante ahora era saber, entender y reconocer lo que sentía por Takao.

El peli verde, comprendió tras una larga noche de investigar en internet, revisar más de tres veces su carta astral y el horóscopo, que realmente si le gustaba Takao, al parecer haber convivido tanto tiempo con el, darse apoyo mutuo y el haber formado una excelente amistad, una amistad bastante sólida, había hecho que el corazón de hielo de Shintaro se descongelara un poco y se abriera exclusivamente a Kazunari; Midorima no iba a negar que fue difícil reconocer que le gusta un hombre, pero después de sobre pensarlo demasiado llegó a la conclusión de que el único hombre que le gustaba era Takao no por eso dejaban de gustarle las mujeres, simplemente le gusta Takao, aunque claro eso lo convertía en bisexual y lo alejaba de ese ideal hetero que creía tener, pero en palabras de Midorima el era Takao sexual, así que no era ni hetero ni bi, simplemente le gustaba Takao por lo que era y por lo que había representado para el todo ese tiempo juntos que habían interactuado y por el tiempo que el destino les permitiera estar juntos.

Con ese gran problema solucionado, llegó la cereza del pastel, ¿Cómo explicarle a Takao que se había enamorado de él y que al parecer sería el único amor que tendría en su vida?

Una pregunta de difícil respuesta, si a duras penas sabía expresar sus sentimientos, como iba a decirlo frente a la persona que después de mucho pensarlo le gustaba y que al parecer no quería aceptar esa inminente realidad, al menos hasta esa noche en la que lo pensó todo.