Tiemblo como jamás he temblado, tengo miedo de verlo y asustarme de su estado. Pensar que no va a mejorar, que no voy a volver a hablar con él...Sara, basta.Elimino de mi mente todo tipo de pensamiento negativo mientras sigo al doctor por un largo pasillo hasta llegar a una puerta metálica. Supongo que estamos en la planta de la Unidas de Cuidados Intensivos. Al pasar la puerta metálica hay una pequeña sala de espera donde se ven personas angustiadas.
-No te asustes, Sara. Es la unidad de pacientes críticos. El ambiente no es el mejor, hay personas que esperan una respuesta de si sus familiares viven o no.
-Esa respuesta también la espero yo...
Se hace el silencio y paramos de andar por un momento. Se pone frente a mí y habla.
-Izan no llegó en las mejores condiciones, en la ambulancia ya lo daban por perdido. Que esté aquí, vivo, es un gran paso hacia delante.
Mi estómago se encoge si es que podía más. Siento unas ganas terribles de llorar al pensar la situación de Izan, imaginarlo ensangrentado e inconsciente...no puedo ser más desagradable y triste para mí.
-Te dejaré verlo un par de minutos, no más, lo verás desde fuera. Debido a su estado es arriesgado un contacto con él, sus defensas no están precisamente altas y no podemos arriesgarnos a nada.
-Entendido, doctor.
-Dame un segundo.
Se pierde por una puerta blanca que da a otro pasillo.
Suspiro nerviosa, angustiada, noto cada músculo de mi cuerpo tensarse por cada segundo que pasa. Esta situación me viene grande, aún intento asimilar lo que ha pasado y porque siento que mi vida se desvanece si a Izan le pasa algo. Darme cuenta tan de golpe de mis sentimientos ha hecho que entre en un estado de pánico continuo.
-Sara, puedes pasar.
Mi corazón se para.
Después de hacerme un gesto con la mano para que pase hacia adentro, mi cerebro manda orden a mis piernas de comenzar a moverse y me adentro en un pequeño pasillo detrás del doctor. Miro a todos lados y el doctor se da cuenta de mi nerviosismo.
-Sara, tranquila. Tienes un privilegio que muchas personas de ahí fuera querrían. Aprovéchalo.
-Sí, lo sé.
Tartamudeo.
Seguimos andando y nos plantamos frente a una puerta blanca, justo al lado de un enorme cristal.
-Vengo a buscarte en dos minutos.
No contesto y observo como se va.
Giro mi vista hasta el enorme cristal y le veo.
Esta ahí.
Es él.
Izan.Mi corazón late con más fuerza que nunca. Está tumbado, tiene una gran cantidad de cables enganchados a su cuerpo. Solo puedo ver una parte de su cara, sus ojos cerrados y el pelo desordenado. Bajo mi vista y observo el tubo que se introduce por su garganta. Mi piel se eriza. Respiro acelerada y el cristal se empaña. Limpio la lágrima que ha comenzado a caer por mi mejilla.
-Izan...–Sollozo.
Apoyo mi mano en el cristal y sigo observándolo. Parece tan relajado, tan tranquilo que quiero correr a abrazarlo.
-Sara...
No sé en qué momento el doctor volvió y se encuentra detrás mía. No quito la vista de la persona que se encuentra en esa cama de hospital, no quiero irme, quiero quedarme con él hasta que vuelva a abrir sus preciosos ojos.
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El profe de historia.
RomanceDicen que la vida puede sorprenderte en cualquier momento, pero...¿estamos preparados para ello? Sara cursa su último año en el instituto, a sus 18 años está pasando por uno de los peores momentos de su vida. Un novio acosador, problemas alimentici...