Capítulo 28

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Como si mis palabras fueran órdenes para él, se acerca hasta mí y comienza a besarme con el mismo deseo que siempre lo ha hecho. 


-He esperado tanto este momento...


Con cada palabra logra hacerme temblar. Yo también deseaba este momento tanto como él. Entre besos logramos llegar a la cama y me deja caer sobre ella quedando encima de mí. 


-Te quiero, Sara.


No me deja contestar porque atrapa mis labios de nuevo, más intenso, más desesperado. Formando un camino de besos por todo mi cuerpo y liberándose de la única prenda de ropa que le quedaba terminamos haciéndonos uno.


(...)


Despierto con los rayos de sol provenientes de la ventana. Abro los ojos lentamente y miro a mi alrededor. Sonrío pensando en lo que paso ayer y miro a mi derecha. ¿Dónde está? ¿Se habrá ido?

Borro ese pensamiento de mi cabeza cuando miro al suelo y veo su camiseta. Me la pongo y me dispongo a buscarlo.

Al llegar abajo, puedo decir que la vida me depara una de las imágenes más provocadoras que he visto en mi vida. Izan solo con unos pantalones intentando hacer el desayuno, y digo intentándolo porque creo que ha querido hacer tortitas y no le han salido. 


-Vaya...no sabía que aparte de ser profesor eras cocinero-Me mira y en pocos segundos aparece su sonrisa.

-Bueno...menos mal que no tengo que ganarme la vida como cocinero...-Reímos ante su comentario y se acerca a mí-Buenos días, rubia.

Da un beso en mis labios y creo derretirme de nuevo, me encanta. 

-Ojalá todos mis buenos días fueran así...

-Pueden serlo, cuando quieras.


Me quedo observándolo y él solamente ríe. Acabamos de hacer de desayunar y nos vestimos para volver a nuestra vida normal, empieza a darme un bajón que ni yo me lo creo.


-¿Te pasa algo?-Pregunta mientras subimos al coche.

-No, nada.-Contesto seria.


Hacemos todo el camino callados, ninguno de los dos dice nada y creo que ha pensado o está pensando mal, en ningún momento estaría mal por lo que ha pasado.


-Izan, no me arrepiento de nada...

-Tu cara no dice lo mismo-Contesta dándome una mirada rápida.

-Te quiero, ¿sabes? No quiero volver, no quiero tener que estar escondiéndome para darte un beso. Quiero quedarme en esa cabaña y no salir de ahí. 

Su sonrisa se hace presente y coge mi mano. 

-Me ha encantado estar contigo, te prometo que cuando arregle mi asunto cambiarán las cosas. Y...deberíamos esperar a que acabes el curso y te vayas del instituto para poder vernos con tranquilidad. 

El profe de historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora